De
forma breve pretendemos explicar las características
con que cuenta cada una de las enfermedades de transmisión
sexual (ETS) más conocidas y que se están dando
cada vez con más frecuencia, en la juventud. No pensemos
en ningún momento que este tipo de enfermedades se
dan únicamente en las personas mayores. También
hay que aclarar que este artículo sólo pretende
explicar de forma clara y resumida los fundamentos de estas
enfermedades (causas, síntomas, tratamiento, etc.)
y hay que sacar una sencilla conclusión: en caso de
ver que un miembro de la familia padece una enfermedad de
las que aquí describimos, la primera medida a adoptar
es acudir al médico que será quien diagnostique
de una forma certera e iniciará el tratamiento adecuado.
Aclaradas las anteriores cuestiones, hay que saber que las
enfermedades transmitidas a través de relaciones sexuales
se denominan también enfermedades venéreas aunque
algunas, como el SIDA, es a menudo mortal. Otras son dolorosas
y algunas pasan casi desapercibidas produciendo problemas
graves sólo si no reciben tratamiento.
Las consecuencias más frecuentes que se dan son secuelas
como esterilidad, ceguera, desórdenes mentales, aumento
de las probabilidades de desarrollar cáncer, enfermedades
cardíacas y defectos físicos de nacimiento si
la enferma es una mujer embarazada. No obstante no hay que
alarmarse por que la mayoría puede curarse con un tratamiento
médico adecuado recibido a tiempo.
Existen muchas enfermedades de transmisión sexual,
algunas de ellas casi desconocidas como las clamidias, las
verrugas venéreas o la vaginitis causada por hongos
entre otras. La primera medida a adoptar en caso de tener
sospecha de que se padece una enfermedad de transmisión
sexual es acudir al médico lo antes posible sin esperar
a que los síntomas desaparezcan. En este artículo
sólo nos vamos a detener en el SIDA, sífilis,
tricomonas, herpes genital y gonorrea emplazando al lector
interesado a consultar manuales o especialistas en caso de
querer saber más sobre otras enfermedades.
El Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA)
es una enfermedad infecciosa, crónica y a medio o largo
plazo mortal que destruye el sistema inmunitario, exponiendo
el organismo a múltiples infecciones y trastornos.
Los primeros síntomas son inflamación
de los ganglios linfáticos en el cuello, las axilas
y las ingles, fiebres ocasionales, diarreas de corta duración,
sudoraciones nocturnas, pérdida de peso y fatiga.
La causa viene dada por una depresión
del sistema inmunológico debido a la infección
por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) descubierto
en 1983. Una persona infectada con el VIH va perdiendo, de
forma progresiva, la función de ciertas células
del sistema inmune llamadas linfocitos.
Hay que aclarar que la infección por VIH no
implica necesariamente que la persona vaya a desarrollar
la enfermedad; en esta fase el individuo se considera
“seropositivo o portador”, pero es erróneo
considerar a la persona infectada con el VIH un enfermo
de sida. |
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Alrededor de tres semanas después de la infección
por el VIH, la mayoría de los pacientes experimentan
síntomas pseudogripales como fiebre, cefalea,
eritema, linfoadenopatías y sensación
de malestar. Estas manifestaciones desaparecen al
cabo de una o dos semanas. Durante esta etapa los
individuos son altamente contagiosos. El paciente
entra entonces en un periodo libre de síntomas
(fase asintomática) cuya duración puede
ser superior a diez años. En la fase siguiente,
denominada fase sintomática precoz, se desarrollan
los síntomas clínicos de la enfermedad
y es frecuente la presencia de infecciones oportunistas
leves. En la última fase, denominada SIDA o
fase de enfermedad avanzada por VIH, aparecen las
infecciones y tumores característicos del síndrome
de inmunodeficiencia adquirida como pulmonías
mortales, tuberculosis o desarrollar cánceres
de piel y huesos. |
El
virus del sida se encuentra en los fluidos
sexuales, la sangre y la leche materna (en menor cantidad)
de las personas infectadas. El VIH se transmite
por contacto directo y para ello es necesario la presencia
de una cantidad suficiente de virus. El contagio del VIH se
produce por vía sexual, sanguínea y de la madre
al feto o al recién nacido. El virus también
puede transmitirse si se comparten jeringuillas, maquinillas
de afeitar y de tatuaje, o si la sangre infectada entra en
contacto con una herida abierta. El virus no se encuentra
activo en el sudor, las lágrimas, la saliva ni la orina,
por lo que no se puede transmitir a través del contacto
habitual no sexual con personas infectadas (besos, caricias,
apretones de mano, compartir alimentos o cubiertos, usar sanitarios
y duchas, etc.) Tampoco puede contagiarse al realizarse análisis
o donar sangre porque el material usado es estéril
y desechable.
La única forma de comprobar si existe una infección
de SIDA es mediante un test específico, la “prueba
de anticuerpos”. Un resultado positivo debe
ser confirmado con estudios posteriores. La prueba sólo
puede detectar los anticuerpos después de 12 semanas
de haber entrado en contacto con el virus.
Después de lo visto podemos enumerar una serie de medidas
a adoptar para la prevención. Algunas de ellas serán
el uso de preservativo en las relaciones sexuales; evitar
compartir el material que se utiliza para la inyección
intravenosa; en el personal sanitario es conveniente el empleo
de instrumental desechable adecuado, así como de guantes
y gafas protectoras; la transmisión del virus a través
de la leche de la madre contraindica la lactancia materna,
por lo que se recomienda la lactancia artificial;
El tratamiento de la infección comprende
el empleo de fármacos que inhiben la replicación
del VIH, así como los tratamientos dirigidos a combatir
las infecciones oportunistas y los cánceres asociados.
Otra enfermedad de transmisión sexual es la SÍFILIS.
Es una de las enfermedades más antiguas. Está
provocada por un microorganismo, una bacteria que empieza
a multiplicarse rápidamente y se disemina por todo
el organismo a través de la corriente sanguínea.
Los pacientes del síndrome de inmunodeficiencia adquirida
(SIDA) son más propensos a desarrollar formas graves
de sífilis y a la recurrencia después de tratamientos
supuestamente curativos.
La sífilis sufre de distintos estadios.
El primer estadio de la sífilis es una pequeña
lesión llamada chancro que aparece en el lugar de la
infección de tres a seis semanas después del
contagio. El exudado del chancro es altamente contagioso.
Se trata de una úlcera única, circular con bordes
duros y regulares. El centro es limpio. En el segundo estadio,
que se inicia seis semanas después, aparece una erupción
generalizada, se desarrollan úlceras en la mucosa bucal
y pueden aparecer lesiones verrugosas de base ancha en el
área genital muy contagiosas; a veces se observan cefaleas,
fiebre y adenopatías. La sífilis secundaria
se resuelve de forma espontánea de 3 a 12 semanas.
Resuelto el periodo secundario, la sífilis entra en
un periodo de latencia clínica con ausencia de signos
o síntomas, aunque los órganos internos pueden
resultar afectados. El periodo latente puede durar de 20 a
30 años. En el 75% de los casos no vuelve a manifestarse
la enfermedad. En el 25% restante se desarrolla el estadio
final donde aparecen nódulos duros bajo la piel, en
las membranas mucosas y en los órganos internos: huesos,
hígado, riñones... La infección del corazón
y los grandes vasos, que destruye sus estructuras y ocasionan
grandes aneurismas aórticos o disfunciones valvulares
cardiacas, es causa de un elevado porcentaje de muertes por
sífilis. En el 15% de los casos la sífilis terciaria
afecta al sistema nervioso central.
La infección de la madre gestante puede producir abortos,
muerte del feto o hijos con sífilis congénita.
Éstos últimos presentan síntomas inequívocos
llamados estigmas sifilíticos: frente elevada, nariz
en silla de montar y deformidades dentales. En la segunda
década de la vida puede iniciarse el deterioro del
sistema nervioso central.
El diagnóstico de la sífilis
se establece por sus síntomas típicos y se confirma
por varias pruebas serológicas o en líquido
cefalorraquídeo. El tratamiento de
elección es la penicilina benzatina. El control
de la sífilis pasa por la detección y tratamiento
de todos los contactos sexuales del enfermo.
La infección por TRICOMONAS es la
enfermedad más frecuente y difundida en todo el planeta.
Afecta a los genitales y a las vías urinarias tanto
de la mujer como del hombre. La causa de esta enfermedad es
un parásito de forma ovalada, fácilmente visible
con el microscopio. La principal vía de contagio es
la relación sexual y muy raramente se puede llegar
a transmitir por las toallas o el uso de baños públicos.
La gran mayoría de los afectados no sufre síntomas
(se dice que son portadores sanos de la enfermedad). Otros
sienten escozor al orinar lo que facilita su diagnóstico.
En la mujer la sintomatología puede comenzar con un
flujo que poco a poco aumenta de cantidad, de color crema
marfil a verdoso, con presencia de pequeñas burbujas
de aire con aspecto espumoso. El escozor es intenso y provoca
deseos de rascarse lo que ocasiona irritación y enrojecimiento
en los genitales externos.
El HERPES GENITAL es una infección
de transmisión sexual que se caracteriza por episodios
repetidos de erupción de pequeñas ampollas,
generalmente dolorosas, sobre los genitales. Ésta es
una enfermedad de transmisión sexual de importancia
creciente. Sólo a veces se acompaña de cefaleas
y fiebre. Como hemos dicho se inicia con prurito local moderado
seguido de erupción progresiva de vesículas.
Éstas se rompen, forman costras y por último
se secan. Todo este proceso puede durar de una a tres semanas.
Muchas veces aparecen nuevas erupciones de vesículas
cuando se está secando la erupción anterior.
Otra vía de transmisión es connatal: el recién
nacido de una madre enferma se infecta a su paso por el canal
del parto, contrayendo la enfermedad sistémica, que
suele ser mortal. Este grave riesgo obliga a que estos niños
nazcan por cesárea. El herpes genital se trata en forma
tópica desde 1982 y como tratamiento sistémico
desde 1984.
Una vez que una persona se infecta, el virus se establece
en el interior de los ganglios nerviosos, lejos del alcance
de las células del sistema inmunitario, y puede permanecer
en ellos indefinidamente, dando lugar a nuevos brotes de la
enfermedad periódicamente. Una vez infectado, el virus
permanece en el cuerpo de por vida.
El tratamiento no cura pero alivia los síntomas
y acelera la desaparición. La prevención
es muy complicada debido a que el virus puede contagiarse
incluso a partir de personas infectadas que no presentan síntomas.
El preservativo es la mejor protección.
Por último comentaremos la GONORREA
(también conocida como blenorrea, blenorragia o gonococia)
Se debe a una bacteria que se puede diseminar a través
de la circulación sanguínea hasta otras áreas
del organismo, como los órganos genitales internos,
los ojos, las articulaciones, la piel, el corazón,
el hígado y el cerebro.
Es una enfermedad infecciosa del hombre transmitida por contacto
sexual que afecta sobre todo a las membranas mucosas del tracto
urogenital. Se caracteriza por un exudado purulento. El pus,
que al principio es escaso, se convierte en espeso y abundante,
y provoca micciones frecuentes acompañadas por lo general
de una sensación quemante. Si la infección alcanza
la próstata el paso de la orina queda parcialmente
obstruido. En las mujeres la infección se localiza
en la uretra, la vagina o el cuello uterino. Aunque el exudado
y la irritación de la mucosa vaginal puede ser grave,
es frecuente que al principio no haya síntomas, o que
sean mínimos.
El nivel de infección de la gonorrea es alto y el riesgo
para la mujer de adquirir la enfermedad a partir de un varón
infectado se estima entre el 50% y el 70%, mientras que el
riesgo de que un varón se infecte a partir de una mujer,
desciende hasta sólo el 20% o el 30%.
El diagnóstico de la gonorrea se efectúa
con rapidez. En los estadios precoces el tratamiento
suele ser eficaz. Si la enfermedad no se trata, en el hombre
los síntomas tempranos pueden disminuir aunque es posible
que la infección se extienda a los testículos
produciendo esterilidad. En la mujer no tratada, la infección
suele extenderse desde el cuello uterino hacia el útero
y las trompas de Falopio, causando una enfermedad inflamatoria
pélvica. En ambos sexos el gonococo puede penetrar
en la circulación sanguínea, dando lugar a una
artritis infecciosa, miocarditis, u otras enfermedades. En
la mujer embarazada la gonorrea se puede trasmitir al lactante
durante el parto y, si no se trata, producir un infección
ocular grave.
La penicilina es el tratamiento que se suele
emplear contra la gonorrea, aunque con el paso de los años
se han desarrollado un número creciente de cepas resistentes
a la penicilina. También se utilizan otros antibióticos
eficaces.
SÍNTOMAS
QUE PUEDEN INDICAR QUE SE PADECE UNA ENFERMEDAD DE
TRANSMISIÓN SEXUAL
Picazón fuerte (puede deberse a hongos o ladillas).
Inflamación o vesículas en el área
genital acompañadas normalmente de dolor o
ardor al orinar (pueden indicar la presencia de herpes).
Verrugas abultadas situadas en la región genital.
Dolor, ardor al orinar y secreción amarillenta
(puede señalar la presencia de gonorrea).
Piel de aspecto amarillento, dolores de estómago
acompañados de náuseas e incluso vómitos
y secreción amarillenta (puede ser característico
de la hepatitis B).
Dolor en la región genital o pélvica
en mujeres.
Llagas en la piel que no son dolorosas, sarpullido
o úlceras genitales (pueden indicar sífilis).
Secreciones de colores raros y olores fuertes (pueden
deberse a infecciones vaginales varias).
Comezón acompañado de secreción
o irritación en el área genital, en
la boca o en la garganta. |
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