La
integración de los abuelos a la vida familiar suele
tener un papel diferente al de los padres. Hay muchos casos
en los que los abuelos sustituyen “abusivamente”
a los padres haciendo de “canguros”. Para los
padres “sale más económico y los hijos
estarán bien cuidados”. Para los abuelos, las
ganas de quedar bien y el miedo a que “si no se hacen
cargo de los nietos después no se los dejarán
ver”.
Una de las principales preocupaciones
de los padres es dejar a sus hijos bien cuidados cuando ellos
se van al trabajo o faltan de casa. Se puede elegir una guardería,
un canguro o incluso los abuelos. La decisión ha de
ser tomada con cautela y seguridad. La psicóloga clínica
Lourdes Mantilla Fernández en su artículo
“Mamás que trabajan” nos invita
a plantearnos las siguientes cuestiones que ayudan a tomar
una decisión más acertada:
Hay que realizar una introducción progresiva
de esa nueva persona (familiar, canguro, etcétera)
o institución (guardería, escuela…)
en la vida del niño.
Hay que mostrar una total confianza hacia esa elección
para que, tanto el niño como la madre, estén
absolutamente tranquilos.
Si es posible, conviene mantener los mismos hábitos
que se seguían hasta que se ha producido el cambio:
horarios, comidas, tiempo de parque... |
Los padres deben transmitir a los
hijos una buena y sana estima por los abuelos, no percibir
su relación como meros ayudantes sino como elementos
insustituibles en el proceso de formación de los niños,
merecedores de respeto y amor, y olvidando el lema de que
las personas valen en la medida en que son “utilizables”.
La
convivencia con los abuelos habría que plantearla como
un hecho positivo y entusiástico, como forma de dar afecto
a unas personas que lo necesitan, pero no como un acto de
compasión.
Todos
los padres que han tenido que recurrir a dejar los hijos con
los abuelos o alguna otra fórmula (guardería,
canguro, etc.), han sentido una sensación de culpabilidad
y descontento por no dedicar todo el tiempo que quisieran
a los hijos y porque quieren controlar lo más posible
el desarrollo de los chicos. La realidad y la experiencia
hace caer en la cuenta de que es imposible llevar un control
absoluto tanto del trabajo como de los hijos, la pareja, la
casa, los amigos, etc. Por eso es necesario aliviar
responsabilidades y evitar tensiones para sentirnos
mejor. Para conseguirlo desde el principio y antes de que
aparezcan estos sentimientos y las posibles frustraciones
es importante:
Dejar de lado la idea de superwoman o superman: nadie
puede ser una madre o padre ejemplar, una esposa o esposo
ideal y un excelente trabajador.
Si los padres se tienen que ausentar del hogar por razones
de trabajo han de permitirse dejar en manos de personas
de confianza el cuidado de sus hijos.
Antes que unos padres frustrados, tensos o deprimidos,
los hijos necesitan de unos padres afectuosos e interesados
por su desarrollo.
Abandonar el sentimiento de culpabilidad: en el contacto
con nuestros hijos se cumple una vez más el principio
de que no es tan importante la cantidad de tiempo que
pasemos con ellos, como la calidad del mismo. |
Debemos asumir también que la relación
con los abuelos puede ser difícil. En la vida hay algunos
aspectos ásperos que se ponen más de manifiesto
en la vejez y saber admitirlo es una manera de aceptar la
realidad y prepararse para vivirla. Los abuelos nos acercan
al sufrimiento y a la vez la posibilidad de no dramatizarlo.
Según el psiquiatra Joan Corbella “una
contingencia cada vez menos valorada educativamente es la
necesidad de dar a los hijos mecanismos para aprender a tolerar
frustraciones y a darse cuenta de que, en el transcurso de
la vida, se encontrarán con gran cantidad de imponderables
que ellos no podrán controlar y que deberán
aceptar. Entre una actitud paterna que querría evitar
a sus hijos todo tipo de sufrimientos y otra que pretende
programar algunas frustraciones para que el niño vaya
aprendiendo a tolerarlas, acontecen a lo largo de una vida,
y entre ellas, las enfermedades y defunciones de las personas
queridas pueden ser de un valor incomparable”.
Pero aparte de estos aspectos debemos considerar
que el papel de los abuelos en nuestra sociedad actual puede
generar “celos” en los padres de que les quieran
más que a ellos, o que les eduquen a su manera, o que
se “entrometan” en sus vidas.
Estos
son temores comprensibles cuando son los abuelos quienes pasan
más tiempo con los niños, debido a los horarios
y obligaciones profesionales de los padres. Hay ocasiones
en que se produce una "competitividad" entre abuelos
y padres. Estos últimos se hacen preguntas del tipo:
¿habrá comido lo suficiente?, ¿se echó
la siesta a su hora?, ¿nos echó de menos?, etc.
En nuestra cultura de familias compuestas sólo
de padres e hijos cada nueva generación busca sus propios
valores de manera solitaria. Sin la experiencia y fuente de
valores culturales que aportarían los abuelos, las
familias jóvenes pueden sentirse ansiosas e inseguras.
A veces dejar al niño con un pariente cercano puede
generar tensiones, en cambio curiosamente con algún
extraño es más fácil de llevar. Este
efecto se produce por el tema anteriormente tratado de los
“celos” y es más frecuente en las abuelas.
Sin embargo, los abuelos son ajenos al conflicto edípico
inmediato, no tienen necesidad de ser autoritarios, pueden
ser indulgentes y afables.
Conviene que las dos generaciones se pongan de
acuerdo respecto a las pautas fundamentales. En el caso de
las abuelas son muchas las que buscan la manera de ser importantes
para sus nietos y útiles a sus propios hijos. Aquí
tenemos algunas formas adecuadas de empezar:
a)
Defienda la preeminencia de su papel: consiga que su papel
merezca la confianza de los padres y la aprobación
del niño. Así resultará útil
a ambas generaciones.
b) Ofrézcase para atender a los niños regularmente
y cuando lo necesiten. Puede hacerse cargo de los niños
para que no vayan a la guardería o en otro caso,
atenderlos los domingos después del almuerzo o
los sábados por la noche. Los padres se lo agradecerán.
c) Busque el pretexto y la forma de organizar reuniones
los días festivos. Los recuerdos de los gratos
momentos de contacto con la familia serán perdurables.
Desoiga las objeciones e inconvenientes de sus hijos y
diga “os esperamos”.
d) No halague a sus nietos sólo en las reuniones
familiares. Regáleles algún juguete aunque
no sean fechas clave (navidad, etc.) Lléveselos
al parque, al cine. Busque tiempo para hablar con cada
uno de ellos. Hábleles de sus padres cuando tenían
su edad.
e) Nunca les diga a sus hijos cómo deben proceder
en presencia de sus nietos.
f) Sea un remanso de paz y estabilidad para ambas generaciones.
Esto significa que a veces debe mantener la boca cerrada.
Deje que recurran a usted y prodíguese en dar consuelo,
experiencia y amor familiar, para así proporcionar
estabilidad a todos los miembros de la familia.
g) No importune a los pequeños, para evitar que
le rehúyan.
h) Y si vive lejos, manténgase en contacto: llame
por teléfono, haga visitas regularmente por cortos
periodos, manténgase al corriente de los gustos
de cada uno de sus nietos, etc. |
En general, podemos afirmar que los abuelos (tanto
hombres como mujeres) son un testimonio de las diferencias
generacionales, pero aunque ya hemos hablado de su importancia
en el proceso de maduración de los niños, también
debemos mencionar que hay veces que esta posibilidad se ve
limitada por la actitud de los propios abuelos.
Hay personas mayores que no aceptan su condición
y luchan contra el tiempo. Hay abuelos rígidos y gruñones
que quieren enseñar riñendo y criticando la
conducta de los nietos. Hay abuelos que no se dejan querer
provocando conflictos y tensiones. En resumen, hay mayores
que con su actitud favorecen su marginación, pero en
cualquier caso, s iempre
resulta aconsejable esforzarse al máximo tanto de una
parte como de la otra. Los abuelos deben hacer un esfuerzo
por integrarse en la vida familiar de los hijos y nietos.
Ser viejo es una realidad, no un derecho que
permite manipular a los otros, del mismo modo que los jóvenes
no tienen derecho a manipular a los viejos. Los abuelos jubilados
pueden dar al hijo un testimonio de relativización
que todos necesitamos para trascender a lo que se hace. El
ejemplo de quién es, más allá de sus
actos y rendimiento, ayuda a valorar a la persona como tal,
hecho que no es fácil encontrar en el contexto de valores
que se pretende inculcar actualmente a los niños y
a los jóvenes.
En resumen y como conclusión
debemos quedarnos con estas ideas importantes:
1. Los abuelos de hoy día han cambiado. Es verdad que
están más dispuestos a ayudar a los hijos para
cuidar a los nietos pero también reclaman una libertad
y autonomía que hasta la fecha les ha faltado y el
bienestar de la sociedad actual les proporciona.
2. La relación y el contacto con los abuelos siguen
siendo muy enriquecedoras para los niños.
3. Los abuelos representan la memoria histórica y los
orígenes de la familia.
4. Los abuelos transmiten el testimonio de otras épocas,
la continuidad generacional, la pertenencia a un árbol
familiar, aspectos fundamentales para el desarrollo psicológico
de los niños.
5. Contar con la ayuda y participación de los abuelos
en la educación de los hijos aporta ventajas
a todos:
los abuelos
se sienten más útiles y valorados,
los padres
más tranquilos y,
los nietos
encantados.
6. Los abuelos suponen un complemento a la educación
que los hijos reciben de sus padres.
Bibliografía
relacionada con el tema
JOAN
CORBELLA ROIG: "Padres e hijos. Una relación"
Círculo de lectores. Barcelona, 1994
T.
BERRY BRAZELTON: "Las crisis familiares y su superación"
1990 Ed. PAIDÓS
EMILIA
SERRA, CELESTE RICO Y PAZ VIGUER: "Abuelos y nietos"
Ed. PIRÁMIDE
MARÍA CÁRCABA: " El derecho de los abuelos
a relacionarse con los nietos"
Editorial TECNOS
LUIS RICO Y CARMEN PABLO: "Abuelos y nietos: en una
familia y una sociedad en cambio"
Ediciones Universidad de Navarra S. A.
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