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      Más sobre la violencia escolar(1)

En el artículo titulado ¿Y si su hijo sufre maltrato en el centro escolar? Hemos intentado aclarar el concepto de violencia, los síntomas en que hay que fijarse para detectar un posible cuadro de acoso y las medidas al alcance de las familias para dar solución y afrontar con éxito el problema. En este artículo definiremos aún más algunos conceptos relacionados con el acoso así como la explicación de cuáles son las causas de la violencia y sus consecuencias, dando a continuación algunas pautas a la comunidad escolar (como principal responsable de la solución) sobre los puntos básicos que debe tener todo plan de prevención de la violencia escolar. Terminamos este artículo citando algunas conclusiones que conviene recordar.

Los hechos son conocidos por todos, en los centros escolares suceden por desgracia, cada vez con más frecuencia: situaciones de acoso y violencia entre escolares que derivan en graves consecuencias de estrés, alteraciones nerviosas y afectivas cuando menos llegando al extremo del suicidio como es sabido.

El hecho de la violencia sucede en multitud de países, es conocido por las autoridades y es importante reseñar que, al parecer, hay consenso sobre la forma de abordar el problema.

Antes de nada es conveniente aclararnos y ver de qué hablamos, ya que no hay consenso del todo en cuanto a los CONCEPTOS. La violencia es algo evitable que obstaculiza la autorrealización humana explicando que las personas sufran realizaciones afectivas, somáticas y mentales por debajo de sus realizaciones potenciales.
JORDI PLANELLA (1998) la considera como aquella situación o situaciones en que dos o más individuos se encuentran en una confrontación en la cual una o más de una de las personas afectadas sale perjudicada, siendo agredida física o psicológicamente. El concepto de violencia nos remite al concepto de fuerza, y el uso de la fuerza se relaciona con el concepto de poder.
El objetivo de una conducta violenta siempre alude a una lucha de poderes; el daño subyace, ya sea a nivel físico, psíquico o emocional, pero no es el principal objetivo.


¿Creen que un conflicto es lo mismo? Mientras que la violencia no es innata en los seres humanos sino que es un aprendizaje, el conflicto sí es consustancial a la vida humana, algo natural y por tanto inevitable. Así, más que eliminar el conflicto, de lo que se trata es de saber regularlo creativa y constructivamente de forma no-violenta, ya que es una energía y una oportunidad para el cambio.

Los dos conceptos anteriores debemos distinguirlos de agresividad que está definida en cuanto a su fin de lesionar a otro organismo o al propio. Existe una clara intención de producir daño, destruir, contrariar o humillar. La agresión es el acto en sí, un acto palpable y efectivo (como toda conducta, es una forma de comunicación que tiene una dirección y una intención), mientras que agresividad es el término empleado para designar la tendencia o disposición inicial que dio lugar a la posterior agresión.

Hay autores que ven la agresividad como la capacidad del hombre de oponer resistencia a algo o alguien y por tanto, en sí misma, no la consideran ni positiva ni negativa, más bien abarca los dos aspectos y todo dependerá de cómo se lleve a cabo.

Cuando hemos oído o leído las noticias de violencia en el ámbito escolar también hemos escuchado los términos de acoso o victimización.
Debemos entender que una situación de acoso o victimización es aquella en la que un alumno es agredido o se convierte en víctima cuando está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a cabo otro alumno o grupo de ellos. Por acciones negativas se entiende tanto las cometidas verbalmente o mediante contacto físico y las psicológicas de exclusión.
Por tanto, existe un claro fenómeno de desequilibrio de fuerzas. Somete el más fuerte frente a la debilidad del más tímido, introvertido, débil.


Por último, cabe hablar de la intimidación como el acto de forzar a otra persona a hacer algo. Es una experiencia común para muchos niños y adolescentes. Las encuestas indican que hasta una mitad de los niños de edad escolar son intimidados en algún momento durante sus años escolares y por lo menos un 10% son intimidados con regularidad. El comportamiento de intimidar a otros puede ser físico o verbal.

Los varones tienden a usar la intimidación física o las amenazas, sin importarles el género de sus víctimas. La intimidación de las niñas es con mayor frecuencia verbal, usualmente siendo otra niña el objetivo.

Los intimidadores ("bullies") pueden también estar deprimidos, llenos de ira y afectados por eventos que suceden en la escuela o en el hogar. Los niños que son el blanco de los intimidadores también tienden a caer bajo un perfil particular. Los intimidadores a menudo escogen niños que son pasivos, que se intimidan con facilidad o que tienen pocos amigos. Las víctimas también pueden ser más pequeños o menores a quienes se les hace muy difícil defenderse a sí mismos.

Una vez aclarados estos conceptos, podemos acordar que cuando en un centro escolar se da una situación de violencia entre iguales y existe sometimiento de unos sobre otros, se dan cinco categorías siguiendo a ROSARIO DEL REY ALAMILLO del Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad de Sevilla:

1. Vandalismo: violencia contra las pertenencias del centro.

2. Disruptividad: violencia contra las tareas escolares.

3. Indisciplina: violencia contra las normas del centro.

4. Violencia interpersonal.

5. Criminalidad: cuando las acciones tienen consecuencias penales.

Algún autor añade una sexta categoría que sería el acoso sexual que es, como el bullying, un fenómeno o manifestación «oculta» de comportamiento antisocial. Son muy pocos los datos de que se dispone a este respecto. En países como Holanda o Alemania, donde se han llevado a cabo investigaciones sobre el tema, las proporciones de alumnos de secundaria obligatoria que admiten haber sufrido acoso sexual por parte de sus compañeros oscila entre el 4 por ciento de los chicos de la muestra alemana y el 22 por ciento de las chicas holandesas.

Y, por último, habría que apuntar dos fenómenos típicamente escolares que también podrían categorizarse como comportamientos antisociales: el primero es el absentismo, que da lugar a importantes problemas de convivencia en muchos centros escolares; el segundo cabría bajo la denominación de fraude en educación o, si se prefiere, de «prácticas ilegales», esto es, copiar en los exámenes, plagio de trabajos y de otras tareas, recomendaciones y tráfico de influencias para modificar las calificaciones de los alumnos, y una larga lista de irregularidades que, convierte al centro escolar en una auténtica«escuela de pícaros».

La violencia más complicada de abordar es la que sucede dentro del grupo de compañeros, que consiguen mantener sus relaciones en un círculo cerrado al que los adultos no pueden acceder.
Este círculo puede estar mantenido por lazos no muy deseados como son los problemas de violencia interpersonal que se materializa en malos tratos, amenazas, acosos y abusos,
que deterioran las relaciones entre iguales y en definitiva, producen efectos destructivos para la convivencia y las personas.

La figura de los espectadores (también tratada en el artículo de “¿Y si su hijo sufre maltrato en el centro escolar?”) es muy importante en este juego macabro de la violencia. Pueden apoyar a los agresores y provocar que la situación sea peor, o ser incluso ellos los que han impulsado a otro compañero a realizar la acción. También pueden hacer todo lo contrario y es defender a la víctima de manera directa, es decir interviniendo ellos, o indirecta, haciendo que otros, por ejemplo profesores, lo hagan. Con este tipo de respuestas los espectadores, que al mismo tiempo son la mayoría de los alumnos, dejan claro que el agresor no tiene derecho a hacer lo que está haciendo y que la víctima no está sola ante lo que está sucediendo.

¿Cuáles son las CAUSAS DE LA VIOLENCIA? Casi podemos saber la respuesta a esta pregunta a la luz de lo dicho anteriormente, aunque podemos detallar muchas como: la crisis en las familias, el exceso de trabajo y el abandono de los hijos, en algunas, así como el desempleo en otras; la falta de límites, el alcohol, la droga, la pérdida de valores, la crisis política, económica y social; la influencia de la televisión… Pero lo importante es destacar que ninguno de estos factores es, por sí solo, causa de violencia. Esta realidad es siempre consecuencia de una multicausalidad, de una combinación de factores que generan una descarga violenta. También hay una predisposición personal a desencadenar un hecho de esta magnitud.

Estas situaciones traen consigo una serie de CONSECUENCIAS para la salud y el comportamiento de los alumnos que son víctima de la violencia escolar que conviene detallar. Siguiendo un informe europeo elaborado por un amplio grupo de expertos (SALOMAKI y otros, 2001) bajo la coordinación de la Comisión Europea, se puede afirmar que tanto las víctimas de la violencia escolar como los agresores, pueden padecer daño físico e incluso llegar a la muerte. Es importante también destacar que las mayores consecuencias están relacionadas con la salud mental pues aparecen frecuentes depresiones, traumas y baja autoestima que les impide mantener buenas relaciones con sus iguales.

Es necesario detallar un hecho citado en el párrafo anterior y es, la relación de las drogas con la violencia ya que algunos estudios afirman que el uso de drogas no
sólo predispone hacia una mayor agresividad sino que también aumenta la vulnerabilidad de los consumidores.
Generalmente los acosadores que entran dentro del perfil de personas consumidoras de drogas, suelen ser personas débiles y sin autoestima, que necesitan provocar a los demás para reafirmarse a sí mismos.

Ya sabemos que la violencia no viene sola y que existen comportamientos de riesgo donde destaca el abuso de sustancias nocivas, el absentismo escolar, las relaciones sexuales prematuras, e incluso la autolesión. También es necesario destacar que si la violencia trae como consecuencia problemas de salud, es verdad que, en ocasiones, son los problemas de salud los que pueden llevar a las personas hasta la violencia, siendo uno de los predictores, la hiperactividad.

Una de las medidas más importantes para, no ya solucionar, sino prevenir la violencia escolar está en manos de la COMUNIDAD ESCOLAR: profesorado, alumnado, familia y entorno social.
Para mejorar la convivencia es necesario centrarla en la cooperación entre todos los implicados y para ello es imprescindible buscar tiempos y espacios donde ésta sea posible. Se deben producir cambios reales que son difíciles, costosos, pero, en definitiva, muy gratificantes. Algunas cuestiones a tener en cuenta son:

1. Debe proporcionarse formación al profesorado, alumnado y familias.

2. Cada centro debe analizar los espacios y periodos de tiempo en que la presencia del adulto es menor.

3. Si es necesario, hay que incrementar el número de adultos en los espacios y tiempos donde hay más riesgo de producirse situaciones de violencia, contratando monitores para el comedor, recreo, acompañantes en autobús, etc.

4. Deben llevarse a cabo estudios e investigaciones sobre el nivel de incidencia del bullying en cada centro.

5. Debe potenciarse la presencia de personal especializado tanto dentro como fuera de los centros educativos para atender los casos de alumnos que han sufrido violencia.

6. Es necesario romper con la indiferencia de los testigos y hacer que se impliquen más para atajar y resolver el problema.

Respecto a la política de prevención, en caso de que un centro o el mismo sistema, se decida por definir y diseñar las líneas de un plan de prevención contra la violencia escolar, hay que tener en cuenta los siguientes puntos:


La política que subyace en cualquier programa de prevención debe ser coherente y precisa.

El proyecto debe redactarse de forma clara, precisa y comprensible para todos los estamentos y personas implicadas.

Debe estar en armonía con el programa que se apoya.

Debe contemplar, no solo las agresiones de hecho y la aplicación de la tolerancia cero, sino, igualmente, prevenir las situaciones de posible violencia.

Para información de las familias y con el fin de aportar su opinión y apoyo a un buen Programa de Centro para luchar contra la violencia escolar,
se apuntan una serie de puntos básicos siguiendo las indicaciones de JOAQUÍN DÍAZ ATIENZA en la Revista de Psiquiatría y Psicología del Niño y del Adolescente (2001). A saber:


No permitir la presencia de armas en el centro, entendiendo por ello cualquier objeto que pueda causar daño físico.

Vigilar el flujo de personas ajenas al centro.

Controlar las conductas de intimidación y /o amenazas entre los alumnos.

No permitir el vandalismo: destrucción de material.

Robos de pertenencias a compañeros o al centro.

Discriminación por razones de sexo, raza o aspecto / minusvalías físicas o psíquicas.

Peleas.

Agresiones, intimidación o acoso de tipo sexual.

Intimidaciones por escrito o verbal entre compañeros.

Organización de bandas o grupos de presión en el centro.

Consumo de alcohol, drogas o tabaco en el recinto escolar.

Debe definirse claramente un código de conducta.

Canales de comunicación entre los afectados. En este sentido es muy importante la creación de la figura del "mediador" y que, normalmente, es una persona con ascendencia entre profesores y alumnos.

Política de centro que favorezca un clima positivo.

Elaboración de un protocolo de actuación con secuencias explicitas a cada tipo de infracción y que debe ser conocido por profesores, alumnos y padres.

Recogida de las infracciones producidas y mecanismos para informar a las autoridades educativas.

Programas de perfeccionamiento del personal en técnicas y métodos de promoción de la seguridad y prevención de la violencia.

Deben articularse mecanismos de enlace con la policía y los servicios de seguridad, así como los de urgencias sanitarias para los casos graves de violencia.

Creación de una Comisión de Seguimiento y Evaluación del Programa Antiviolencia.

Las medidas de expulsión deben quedar claramente definidas y todos los implicados deben tener conocimiento exacto de los elementos de violencia que las origina.

Elaboración de programas alternativos a la expulsión.

Creación de mecanismos de ayuda y apoyo a las víctimas de la violencia.

Por último, y para terminar, hay que apuntar que los estudios llevados a cabo hasta ahora en nuestro país nos permiten poner de manifiesto tres CONCLUSIONES importantes:

a) Los fenómenos de comportamiento antisocial en las escuelas tienen raíces muy profundas en la comunidad social a la que los centros educativos pertenecen.

b) Los episodios de violencia no deben considerarse simplemente como eventos aislados que ocurren espontánea y arbitrariamente, como si fueran meros «accidentes».

c) Las distintas manifestaciones de comportamiento antisocial en las escuelas ocurren con más frecuencia de lo que usualmente se piensa y, puesto que la relación entre los agresores y las víctimas es necesariamente muy extensa en el tiempo y muy estrecha en el espacio, las consecuencias personales, institucionales y sociales de dicha violencia son incalculables.

BIBLIOGRAFÍA RELACIONADA CON EL TEMA:

BURNLEY, J. (1993): “Conflicto”, Ed. Morata, Madrid.

CASAMAYOR, G. (coord.), (1998): “Cómo dar respuesta a los conflictos. La disciplina en la enseñanza secundaria
Ed. Grao, Colección Biblioteca de Aula, Barcelona.

EREZO, F. (coord.), (1998): “Conductas agresivas en la edad escolar
Ed. Pirámide, Madrid.
DOMINGUEZ, T. y otros (1996): “Comportamientos no violentos. Propuestas interdisciplinares para construir la paz
Ed. Narcea, Madrid.

FERNÁNDEZ, I. (1998): “Prevención de la violencia y resolución de conflictos. El clima escolar como factor de calidad
Ed. Narcea, Madrid.

ORTEGA, R (2000): “Educar la convivencia para prevenir la violencia
Madrid, Antonio Machado, Libros.

(1) Este artículo se completa con el titulado "¿Y si su hijo sufre maltrato escolar?"

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