Introducción
Cada
vez el ocio ocupa más tiempo en nuestras vidas. Nuestras
sociedades desarrolladas se caracterizan entre otros rasgos
porque cada vez disponemos de más tiempo libre, al
contrario de una sociedad primitiva, donde la mayor parte
del tiempo se tiene que dedicar al trabajo para poder obtener
los recursos para la subsistencia.
Esta evolución de la sociedad
que en sí misma es positiva, pero puede plantear algunos
problemas: ¿qué hacer en el tiempo libre?,¿cómo
aprovecharlo para que sea educativo?¿cómo superar
el aburrimiento al que podemos estar abocados?, etc.
La cuestión es que la posibilidad
de tener cada vez más tiempo libre, no sea algo que
se vuelva contra nosotros, como le sucede a personas con el
síndrome del fin de semana, que es paradójicamente
cuando peor se encuentran. Tan malo es no tener nada de tiempo
libre, lo que nos impide el justo descanso, el recuperarnos,
como tener todo el tiempo libre del mundo y no saber qué
hacer.
Orientaciones
educativas
El ocio es el tiempo para hacer otras actividades
distintas a las habituales.
Todos disponemos de un tiempo limitado para desarrollar
el proyecto personal que somos cada uno. En la vida hay
trayectos en los que tenemos una ocupación absorbente
ya sea porque estudiamos o trabajamos, pero luego hay mucho
tiempo intermedio en el que nos dedicamos a otras cosas
para divertirnos, descansar...
Este tiempo intermedio es el del ocio. La idea que tenemos
nosotros del ocio es no hacer nada, es “matar el tiempo”,
bastante lejos de la idea que tenían los griegos
de ocio, para quienes estar ocioso, era dedicarse a actividades
formativas de la mente y el espíritu, era cultivar
lo mejor que tenemos las personas de sí mismos.
Este tiempo para otras cosas distintas a las habituales,
lo tendremos que dedicar a otras actividades que desarrollen
otros campos distintos de la persona y muy importantes:
la amistad, la cultura, los hobbis, las aficiones….
Por tanto, una idea que tienen que tener clara nuestros
hijos, es que estar ocioso no es estar sin hacer nada, sino
dedicarnos a otras actividades que nos gustan, nos lo hacen
pasar bien, y además nos forman.
Buscar el equilibrio entre tiempo de trabajo y tiempo
de descanso.
El ocio es un tiempo de recuperación personal para
superar el cansancio o para no caer en el mismo cuando desempeñamos
nuestra tarea diaria.
Hay que buscar un equilibrio entre tiempo de trabajo y tiempo
de actividad, que no quiere decir que sea mitad de tiempo
para uno y otro, sino que cada persona ha de saber el tiempo
que necesita de descanso, de ocio para estar después
en las condiciones adecuadas para el trabajo o estudio.
Esta
distribución de tiempo entre trabajo y ocio depende
también de diversos factores: la eda d,
el momento del curso académico, no es lo mismo estar
a final de curso que a principio del mismo.
Es conveniente que cada persona sepa qué actividades
son las que le producen mayor descanso y recuperación
personal, tiene que conocer su propio perfil para actuar
en coherencia con él.
Los padres han de ser conscientes que son el modelo
y referente para sus hijos.
Gran parte de las conductas que se incorporan en un niño
en el hogar es a través de la imitación que
hacen los hijos a los padres. Hemos de ser muy conscientes
de este mecanismo para no cometer errores educativos.
De ahí que los padres tienen que ir por delante en
el aprovechamiento del tiempo libre, a qué se dedican,
si lo hacen con aprovechamiento o si se quedan sin hacer
nada frente al televisor, si tienen suficientes hobbies,
si saben abrir nuevos campos de interés entre los
que les rodean....
Por la imitación que hemos dicho de las conductas
de los padres por los hijos, es frecuente que las aficiones
de los padres, sean muy parecidas con las de los hijos,
aunque hemos de respetar los propios intereses que tienen
éstos.
Se ha de buscar el disfrutar juntos todos los miembros
de la familia.
Hemos de tener en cuenta que la finalidad del aprovechamiento
del tiempo de ocio es desarrollar otras habilidades secundarias
de la persona que contribuyen a la formación integral
de la misma, como pueden ser las habilidades físicas
o manipulativas. Además de ellas, otro de los objetivos
tiene que ser el fomentar el espíritu de unidad entre
los miembros de la familia, y las actividades para el ocio
son un medio extraordinario para ello. Cuando
los miembros de un grupo hacen las mismas cosas, comparten
las mismas vivencias y sienten parecido.
Hemos de tratar pues, que existan unos núcleos de
intereses comunes en la familia, adaptados a los niveles
de desarrollo de sus miembros. Esta tarea la tienen que
empezar los padres desde cuando son muy pequeños
los hijos, animándoles a la práctica de actividades,
en las que los hermanos mayores ya están introducidos.
Una de las dificultades que surgen es los distintos intereses
que tienen por distintas edades que tienen los hermanos.
Cuando hay poca diferencia de edad entre los hermanos todos
participan de las mismas actividades, pero a partir de la
adolescencia los intereses pueden ser muy divergentes.
Implicar a los miembros de la familia en la preparación
de las actividades.
El nivel de satisfacción
que se obtiene en una actividad es directamente proporcional
al nivel de implicación que la persona ha tenido
en dicha actividad, como principio general.
En el tema que estamos hablando sucede lo mismo, hemos de
tener en cuenta que con las actividades de ocio, tiempo
libre, tratamos de descansar, divertirnos y completar nuestra
formación.
Por ello, los padres tratarán de dar encargos, pedir
opiniones, realizar gestiones, etc, en las actividades donde
sea posible. Piénsese por ejemplo, en la actividad
familiar de hacer una excursión dominical a una población,
surgen los siguientes encargos y situaciones para tomar
decisiones:
Lugar
al que se va a ir
Propuestas
de itinerarios para ir al sitio decidido
Información
sobre sitios a visitar y qué se va a ver
Dónde
almorzar
Preparación
de materiales: fotografías, gorras, zapatos...
Conviene que los encargos sean en la medida de lo posible
rotativos para que todos los hijos participen de lo que
más y menos gusta en la preparación, siempre
que lo permita la edad y características de los hijos.
La propuesta de actividades ha de ser variada y cíclica
en lo posible.
Arriba hemos dicho que las actividades para el ocio han
de completar la formación humana de los hijos. La
persona tiene muy diversos ámbitos a desarrollar,
y a todos ellos tiene que dar respuesta, por eso las actividades
han de ser muy variadas. Con
ello también se consigue captar el interés
y que la motivación no decaiga en la realización,
ya que lo que se trata es que terminen lo que empiecen,
que pongan las últimas piedras a pesar de las dificultades
que surgirán.
Decimos que han de ser cíclicas, en cuanto cada año
o temporada se realizan los mismos grupos de actividades
pero profundizando un poco más que el año
anterior.
Se debe potenciar que cada miembro de la familia tenga un
espectro amplio de hobbies y aficiones y hay que descubrir
las aptitudes que tiene cada uno.
Algunas
actividades para tiempo libre y ocio
Las
propuestas que hacemos las clasificamos en varios grupos,
sugerimos algunas, sin intención de agotarlas, solamente
a título orientativo. Habrá que adaptarlas a
las características de los miembros de la familia.
Actividades en la naturaleza
Senderismo
Excursiones
al monte o sitios de interés ecológico
Acampadas
Actividades de bricolaje y restauración
Reparación de desperfectos en el hogar
Instalar
nuevos utensilios o muebles
Realización
de maquetas y aeromodelismo
Actividades de coleccionismo con sus múltiples posibilidades
Actividades de lectura
|