La tarea educadora de los hijos es un derecho y deber primario
que tienen los padres. El resto de las instituciones que aparecen
a lo largo de la escolaridad de un niño tratan de educarlo
por delegación implícita que hacen los padres
de ese derecho primero. Pero delegar una tarea, no quiere
decir olvidarse, es por ello, que los padres no pueden omitir
el derecho y deber primero a la educación de sus vástagos.
La interrogante que surge es.¿cómo ayudar a
nuestros hijos en los estudios?, a esta pregunta vamos a tratar
de darle respuestas:
1.- Creando un ambiente de estudio
en casa
El ambiente que nos rodea es la influencia que tiene en nosotros
el entorno que nos rodea. Watson uno de los iniciadores del
conductismo en psicología, ya decía: “Dadme
un niño y podré hacer de él o un criminal
o un santo”. Con ello quería poner de manifiesto
la influencia decisiva que tiene el entorno que nos rodea
en la personalidad o en la manera de conducirnos. Somos lo
que hemos aprendido a ser.
Crear un ambiente no es la actuación de unos días
concretos, sin continuidad de manera esporádica para
tratar de conseguir unos objetivos educativos. Crear un ambiente
significa una actuación sistemática, perseverante
para conseguir los objetivos marcados.
¿Cómo se crea el ambiente de estudio?:
Incidiendo
desde todos los planos posibles para conseguir el objetivo,
es decir, desde los valores a fomentar, ser laboriosos,
ser constante en las tareas, valorar el esfuerzo, etc.
Cuidando
los detalles materiales que favorezcan el trabajo: que exista
un sitio para estudiar, este lugar deberá
reunir algunas condiciones mínimas del tipo de las
siguientes: aislamiento de ruidos y cosas que distraigan;
iluminación suficiente; silla y mesa de trabajo funcionales
para las tareas que se realizan normalmente.
Respetando
los padres el tiempo de tareas sin interferir con otros
encargos que puedan surgir, que la televisión no
esté puesta en el tiempo de trabajo, etc.
Creando
hábitos de estudio, es decir, repitiendo siempre
el mismo horario de estudio, de trabajo.. en un ambiente
de silencio.
Aprovechando
los padres el tiempo de estudio para realizar ellos, si
es posible, diversos trabajos que tengan pendientes
para que sus hijos los puedan ver como modelos que van por
delante y son dignos de imitar.
Teniendo
un material base para el estudio: diccionarios, enciclopedias,
libros de consulta.
Promoviendo
para el tiempo libre actividades que tengan que ver con
la cultura, con la lectura, con el afán de saber
más.
2.-
Los padres han de ir por delante en su afán por la
cultura
Si los padres tiene, por ejemplo, curiosidad intelectual,
afán de saber y afición por la lectura, serán
un ejemplo estimulante para el estudio de sus hijos.
Los
padres tienen que preguntarse hasta qué punto fomentan,
sobre todo con el ejemplo, la cultura familiar. En este punto
puede surgir la pregunta de cómo van a hacerlo, si
los padres posiblemente no tienen el nivel de estudios idóneo,
no son universitarios, y apenas pueden responder a las preguntas
que les plantean sobre las dudas en las tareas escolares.
En este punto hay que decir, que los hijos no piden un profesor
particular en los padres, sino la coherencia en su preocupación
por los temas culturales, su sensibilidad ante lo artístico,
el afán de saber que han mostrado en su trayectoria
personal. Son manifestaciones de esa sensibilidad cultural,
la existencia de una biblioteca familiar, las revistas que
entran, las conversaciones que se tienen, etc.
3.-
Manteniendo una estrecha colaboración con el tutor
y profesores de los hijos
Padres y profesores están metidos en una misma tarea:
la educación de los niños, por ello, se ha de
tirar unos y otros en la misma dirección y se precisa
de una colaboración mutua.
En este punto como en tantos otros, hemos de estar en el término
medio, no pasarse por un extremo ni por el otro. Hemos de
estar en contacto con los profesores, pero no podemos estar
un día si y otro no requiriendo información
del profesor sobre cómo va nuestro hijo, porque ello
puede resultar agotador para el profesorado. Tampoco hemos
de pasarnos por el otro extremo, el no aparecer por el centro,
el que nos desconozcan, por mucho que requieran nuestra presencia.
Término medio puede ser una entrevista en cada evaluación,
en otros casos que nuestro hijo requiere una tutorización
mayor por el colegio y los padres, la periodicidad de la reunión
puede ser una vez al mes.
Los aspectos que se pueden tratar en esas entrevistas pueden
ser:
Intercambiar información sobre la forma de ser: conducta
del hijo estudiante: que capacidades mentales tiene más
y menos desarrolladas y cómo las usa.
Qué
disposición tiene hacia el estudio: ir tirando con
el mínimo esfuerzo, muestra interés o no,
es perseverante en lo que se propone o enseguida abandona...
Cómo
estudia: qué dificultades principales encuentra en
la realización de su trabajo, en qué necesita
mejorar en concreto.
Que
valores son los que se insiste en casa, y cuáles
son los que se proponen en el centro.
Esta información del centro educativo se obtiene sobre
todo a través de entrevistas periódicas entre
padres y profesores. Conviene que los padres acudan a dichas
entrevistas habiendo pensado que tipo de información
necesitan y qué tipo de información pueden,
a su vez, facilitar al tutor o a los profesores.
Convendrá fijarse conjuntamente algún objetivo
común para la actuación de los padres y del
centro. Conviene que sea preciso y medible, para que en la
próxima entrevista que se tenga, empezar por la revisión
del objetivo marcado, cómo ha ido, qué dificultades
han surgido, cómo adaptarlo para ahora, etc.
En el intercambio de información bidireccional entre
padres y profesor, ocurrirá que el profesor o los padres
no pueden proporcionar la información sobre algún
dato concreto que se le pide. Esto es perfectamente comprensible.
Pero los padres no deben por ello renunciar a conseguir lo
que se proponían. Pueden pedir al tutor que consiga
esa información para la entrevista siguiente, bien
a través de su observación personal, bien a
través de otras personas de entre las que trabajan
en el centro educativo (profesores de las diferentes asignaturas,
psicólogo, etc.).
4.- Orientando a los hijos en
el manejo de las técnicas de estudio
Los buenos resultados en el estudio depende de querer estudiar,
saber estudiar y hacerlo, es decir nos estamos refiriendo
a la motivación, a las técnicas de estudio y
a la fuerza de voluntad para realizar lo previsto.
Ahora nos vamos a referir a la importancia de tener la suficiente
competencia en el manejo de las técnicas de estudio.
Éstas son el instrumento del trabajo intelectual, y
de igual modo que si quisiéramos tener un jardín
arreglado necesitamos de un instrumental: azada, rastrillo,
tijeras.... para realizar nuestro propósito, de igual
modo nuestra inteligencia necesita de un instrumental para
ser eficaz en el estudio. Por otra parte, nuestro método
de estudio siempre es perfeccionable, siempre algo se puede
hacer mejor con el menor esfuerzo, mejor y en el menor tiempo
posible.
Hay que decir que el primero y principal instrumento que se
necesita para el estudio es la lectura, de manera que nuestro
hijo tenga las suficientes habilidades en comprensión,
velocidad y entonación correcta en la lectura. Si este
aspecto básico no se ha desarrollado en su momento
con la suficiente eficiencia, posteriormente será la
causa originaria del fracaso escolar que aparecerá.
Otras técnicas de estudio que nuestro hijo debe manejar
adecuadamente son:
Saber organizarse el tiempo.
Saber
hacer esquemas, resúmenes.
Saber
subrayar un texto.
Pasos
a seguir para estudiar un tema.
Es muy probable que en el centro educativo haya un plan de
acción tutorial en el que figurarán la impartición
a los alumnos de las técnicas de estudio, pero a veces
no se practica lo suficiente, y los padres tienen que suplir
en ello.
Así pues, la primera tarea es detectar en qué
falla nuestro hijo, los defectos de estudio más comunes
son: memorismo, estudiar sólo para el examen, dependencia
excesiva del profesor y del libro de texto (falta de iniciativa),
no saber distinguir lo importante de lo secundario, dificultad
para expresar oralmente y por escrito, dificultad para relacionar
y sintetizar conocimientos, mal uso del tiempo...
Una vez que entendemos en qué falla y en qué
hay que actuar, habrá que hacer un plan para tratar
de superar esos puntos débiles.
5.- Animando al estudio sin
sermonear
Hay que empujar al estudio sin que se note, sin sermonear,
ya que el insistir en un mensaje con oportunidad y sin ella
en los adolescentes, puede ser contraproducente. Sermoneamos
en la medida que insistimos demasiado en un punto sin que
sea el momento oportuno para ello.
Hemos de valorar el esfuerzo y la dedicación de nuestro
hijo al estudio más que sus resultados. No ha de centrarse
toda la valoración de su hijo en sus notas. Hay que
mirarle como persona y en un contexto más amplio que
el mero rendimiento académico.
Resaltar
sus propios progresos, aunque no estén a la altura
de lo que a nosotros como padres nos gustaría. Hay
que dar tiempo, lo importante es que vaya subiendo cota, aunque
en un momento parezca que está retrocediendo. Recuerden
que los éxitos, aunque sean o nos parezcan pequeños,
son una pieza clave para mantener el interés.
No poniendo, de entrada, las metas demasiado lejos, para que
no cunda el desánimo. Por regla general, son más
eficaces los pactos familiares sobre aspectos concretos y
con refuerzos también concretos, que los grandes discursos
de los que se suele abusar.
6.- Procurando las ayudas pedagógicas
oportunas cuando sea necesario
Cada hijo tiene su propio ritmo de aprendizaje, los puntos
fuertes en el conocimiento y materias en las que presenta
lagunas o dificultades. A estos alumnos hay que dar la respuesta
pedagógica adecuada, que puede ir desde nuestra ayuda
personal hasta ponerle un profesor particular.
Vamos a analizar algunas de las posibles respuestas:
a) Encargarse los padres.
Teóricamente parece una de las más idóneas
porque el conocimiento profundo que los padres tienen de sus
hijos les lleva a saber exactamente qué es lo que tiene
que superar su hijo, además los padres están
revestidos de una autoridad que no tienen otros que pueden
intervenir, como son los hermanos.
La dificultad que tiene esta opción es que los padres
han de disponer de suficiente tiempo para poder dedicarlo
a la ayuda escolar de los hijos. Asimismo han de tener los
suficientes conocimientos para ayudar a sus hijos en esas
materias.
b) Encargarse algún hermano
mayor.
Tiene la ventaja de hacer partícipe a un hermano mayor
de la responsabilidad de ayudar a un hermano. Esto crea más
unidad familiar entre los miembros al tener un propósito
común. Otra ventaja es que entre alumnos se explican
de manera más didáctica y con el mismo lenguaje
las cosas que tienen dificultades.
Puede tener la dificultad de la falta de autoridad que tiene
un hermano de manera que no siga las indicaciones que se le
hacen. Otra dificultad es la falta de perseverancia en el
encargo que se ha asignado a ambos cuando surgen las dificultades.
Suele pasar que el hermano a quien se le ha encargado la atención
académica, se escude en que él tiene bastante
que hacer y no puede perder el tiempo con su hermano, que
además no responde a veces a sus indicaciones.
Para subsanar estas dificultades puede ser conveniente asignarle
una paga al hermano con el fin de darle más seriedad
y responsabilidad.
c) Tener un profesor particular.
Que puede reforzar aquellas materias en las que tiene más
dificultades. Para que un profesor particular sea una ayuda
para nuestro hijo, hemos de tener en cuenta los siguientes
puntos:
Los
contenidos que se vean en las clases particulares han de
estar supeditados y ser complementarios a los que se desarrollan
en el centro educativo por el profesor de esa materia.
Es
conveniente que sea una situación provisional, durante
un tiempo. Hemos de tener en cuenta que lo normal es que
vaya avanzando por los distintos cursos sin que necesariamente
precise de un profesor particular. Se requerirá para
situaciones extraordinarias: unos suspensos que indican
lagunas importantes, dificultades significativas con área
determinada, promocionar a un curso superior sin tener afianzado
el anterior, cuando el niño no pueda seguir el ritmo
normal de la clase....Sin embargo, puede pasar que lo extraordinario
se convierta en ordinario.
Los
padres deberán contar con la opinión del tutor
y otros profesores. De esta forma, en caso afirmativo puede
establecerse, además, una colaboración entre
el profesor particular y los profesores del centro.
7.-
Siguiendo el quehacer diario sin agobiar
Hemos de seguir el día a día del quehacer
diario. El criterio es que cuanto más pequeños
más de cerca hemos de hacer el seguimiento de las
tareas de nuestros hijos, cuando van siendo más mayores
y han ganado en autonomía y responsabilidad, les
podemos dar más distancia en el seguimiento.
Hay que saber qué exámenes tienen, qué
resultados están obteniendo, con qué dificultades
se encuentran, cuáles son sus actitudes, disposiciones....
Hay que guardar un equilibrio entre dos posturas extremas,
una hacer un seguimiento pormenorizado, que puede resultar
agobiante a nuestros hijos, y que en algún momento
determinado hay que seguir esa estrategia porque requiere
una tutorización especial, pero que si se aplica
más tiempo puede ser contraproducente. Y la otra
postura es no preocuparnos por sus cosas, seguirlo a mucha
distancia, de manera que indique despreocupación
por nuestra parte. El criterio como se ha dicho antes es
ir de más seguimiento a menos según va teniendo
más años, pero cada caso es único.
Un objetivo educativo que hemos de marcarnos los padres
es que tengan la suficiente madurez y autonomía para
organizarse nuestros hijos en el tema de los estudios, y
también sería extensible a otros ámbitos.
Pero centrándonos en el primero, lo deseable sería
que cuando están en el primer ciclo de la enseñanza
secundaria obligatoria, es decir, con 13-14 años,
nuestros hijos se pudieran organizar por si mismos el horario
de estudio, si se van a levantar por la mañana o
se quedan por la noche porque tienen un examen....
Hemos de tener en cuenta, que los padres podemos mandar
que estudien, que hagan esto o aquello otro, pero esto se
puede hacer cuando tienen pocos años, porque aceptan
nuestras indicaciones sin rechistar, pero cuando llegan
a la adolescencia, si no va saliendo de ellos mismos el
hacer las cosas, porque entienden que así lo tienen
que hacer, poco podremos hacer con imposiciones si nuestros
hijos no están dispuestos a estudiar.
Para ir consiguiendo esta meta educativa, los padres tenemos
que empezar desde pequeños, poco a poco, que sean
ellos los que hacen las cosas porque así lo van decidiendo,
con autonomía, aunque a veces haya que mandarles,
pero con la tendencia que sean los que llevan las riendas
de los estudios.
|