Frecuentemente
somos testigos de desgraciadas noticias en relación
con la violencia escolar. Recordemos la matanza de escolares
en Jonesboro (Arkansas) por dos niños de 11 y 13 años
en marzo de 1998. Más cercana a nosotros se encuentra
la situación tan extrema vivida por Jokin C.L. de 14
años, que harto de las vejaciones de sus compañeros
se quitó la vida en Hondarribia el 21 de septiembre
de 2004. Niños maltratados por sus propios compañeros
de centro escolar. Los ejemplos expuestos son distintos hechos
de una misma realidad que es la violencia en las aulas. Se
ha oído mucho sobre este tema pero creemos que no se
ha terminado de aclarar el concepto. En este artículo
pretendemos definir correctamente el concepto
de “bullying” y cómo, desde casa, podemos
detectar el inicio de un cuadro de acoso fijándonos
en algunos detalles que a continuación citaremos. Terminaremos
enumerando medidas que pueden tomar para resolver la situación
violenta si esta llega a producirse.
Y
es que según las mejores investigaciones que tenemos
sobre la materia, por poner un dato, en Australia casi
uno de cada cinco niños de edades comprendidas
entre los 8 y los 17 años es sometido cada semana
a malos tratos. |
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Y
otro estudio llevado a cabo por el Grupo de Investigación
de la Facultad de la Universidad de Valladolid, |
el
55 por ciento de los alumnos acosadores sale impune de
este tipo de actos. |
Según
los expertos, el MALTRATO entre escolares
aparece cuando de forma repetida un niño más
grande, más fuerte y con más poder que otro
comete abusos contra éste o, también si un grupo
de niños somete a abusos a otro niño solo. Lo
que ocurre es que los malos tratos pueden ser de diversos
tipos. Veamos:
1. Verbales: insultos, humillaciones
o amenazas.
2. Físicos: golpes, zancadillas,
pinchazos, patadas, o bien hurtos o estropeo de los objetos
propiedad de la víctima.
3. Sociales: exclusión,
difusión de rumores y calumnias contra la víctima.
4. Psicológicos: acecho,
o gestos de asco, desprecio o agresividad dirigidos contra
la víctima.
Con lo que acabamos de afirmar rompemos el primer error que
se está cometiendo y es, pensar que el maltrato es
únicamente físico y/o psicológico. El
maltrato entre escolares se diferencia de las burlas, tomaduras
de pelo, juegos bruscos y peleas características del
patio de colegio en que en el caso del maltrato la conducta
es continua y el agresor, por lo general, es más grande,
más fuerte y más poderoso que la víctima
Y
¿CUÁL ES EL ORIGEN DE TODA ESTA
VIOLENCIA? LEDIA GUTIÉRREZ, psicóloga
familiar, explicó que un niño agresivo
“solamente está reproduciendo lo que ha
visto o ha sufrido en su hogar y llega al colegio a
descargar todo lo que está aprendiendo en la
familia”. |
De
ahí viene que emitiera distintos consejos a las
familias en función de las características
de los niños. Así, los padres
con niños rudos deben estar al tanto
del comportamiento del niño en la escuela porque
en casa pueden aparecer niños tímidos;
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deben
cambiar determinados comportamientos en la familia que
permitan al niño sentirse amado, respetado y
escuchado; deben propiciar momentos de juego, estudio,
descanso e interactuar con la familia y, deben dar seguridad
y confianza en sí mismo. |
Por
otro lado, los padres de niños tímidos
deben enseñarles que responder con violencia
no es lo más correcto sino que hay que buscar
soluciones pacíficas; |
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deben
involucrarse tanto con su hijo tímido como su
agresor para lograr acercamientos más amistosos
y hacerle ver que la violencia es negativa; |
no
deben enemistarse con la familia del niño agresor,
porque estaría dando un ejemplo negativo a su
hijo tímido.
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Por último, cabría citar algunas consideraciones
hacia los profesores que no deben castigar,
etiquetar, rechazar y apartar a los niños “violentos”
porque estas actitudes lejos de mejorar su comportamiento
alteran la situación; deben conversar con el niño
para lograr una mejor comunicación y confianza; y deben
vigilar y detectar los cambios de conducta de los alumnos
y comunicarlo a los padres.
Alta ansiedad, estrés y miedo son, al parecer, las
tres claves mediante las que se puede detectar si un hijo
es víctima de acoso. El experto JOSÉ MARÍA
AVILÉS, miembro del Grupo de Investigación de
la Facultad de la Universidad de Valladolid, afirma que las
víctimas pueden desarrollar respuestas
agresivas y en casos extremos, pensar en el suicidio. Para
este especialista, el agresor considera que
interioriza “una manera de comportarse que puede desembocar
en situaciones de delincuencia muy graves” y sobre los
espectadores, afirma que llegan a aprender
a mirar para otra parte, e incluso a verlo de forma normal.
Para detectar este fenómeno con más detalle
en el acosado, hay que fijarse en la aparición de los
siguientes SÍNTOMAS que pueden darse
de forma aislada o bien combinados unos con otros:
1. Su hijo/a tiene dificultad para relacionarse con sus compañeros
o los profesores. Sin embargo, quien puede informar de este
hecho son los mismos amigos ya que el maltrato se inflige
donde no puede ser visto por los adultos. Por otro lado, la
víctima se aísla y se niega a contarlo a alguien.
2. Existen indicios evidentes, externos, que resultan
más difícil ocultar. A saber:
moratones, rasguños o cortaduras cuyo origen el niño
no alcanza a explicar;
ropa rasgada o estropeada;
objetos dañados o que no aparecen;
dolores de cabeza, de estómago o de otro tipo cuya
causa no está clara;
lágrimas o depresión sin motivo aparente;
variaciones de humor o problemas de concentración;
accesos de rabia extraños;
renuncia a ir a la escuela;
trastornos del sueño o enuresis;
renuncia a jugar con los amigos, retraimiento social o temores
ante otros niños;
rebelión constante contra las normas o excesiva sumisión
ante las mismas;
miedos irracionales;
agresiones a hermanos, especialmente en niños que han
sido afectuosos y pacíficos;
deseo de tomar otra ruta para ir a la escuela o volver a casa;
empeoramiento del rendimiento escolar;
peticiones de dinero sin explicación del motivo.
En una situación similar a la descrita es necesario
adoptar una serie de MEDIDAS y en un determinado
orden. El primer paso a dar sería conseguir la confianza
del hijo pero objetivo es muy difícil de conseguir
y menos que surja como iniciativa por parte de ellos. Debemos
saber que el hijo necesita:
saber que
se le escucha y se le cree;
llegar a
confiar en la manera en que sus padres se ocuparán
del problema;
hablar con
más franqueza acerca de lo sucedido;
aprender
a dominar hasta cierto punto su propia situación;
aprender
técnicas y estrategias para protegerse;
volver a
tener seguridad en sí mismo.
En esta situación los padres pueden ayudar
de la siguiente manera:
haciendo que su hijo participe en la toma de las decisiones
sobre lo que hay que hacer;
escuchando atentamente lo que el niño les dice;
diciéndole que le comprenden.
Pero hay determinadas actitudes erróneas de
los padres adoptan y que no ayudan y son las siguientes:
se alteren
o se angustien;
se sientan
culpables o sientan vergüenza;
le hagan
creer al niño que la situación no tiene importancia;
le echen
la culpa al niño;
culpen a
la escuela;
acusen a
otras personas sin estar enterados de los hechos;
busquen chivos
expiatorios;
exijan saber
de inmediato todos los pormenores de lo ocurrido; o
busquen soluciones
fáciles.
Para
evitar situaciones de este tipo, se debe mantener la sangre
fría y dar los |
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siguientes
pasos que seguro ayudarán mucho
más que no presentarse de forma inmediata en
el centro escolar para “resolver el problema”
donde seguro que se dirán cosas o se harán
determinados actos de los que después habrá
que arrepentirse: |
•
animar al niño a que cuente todo lo que quiera sobre
lo sucedido, a fin de tener una idea exacta de los hechos;
•
mantener la mente abierta, sin olvidar que lo que están
oyendo es sólo una parte de lo ocurrido;
•
hacerle preguntas al niño, sin alterarse, con suavidad;
•
ayudarle
a reflexionar sobre lo sucedido hasta ahora;
•
ayudarle
a decidir qué hay que hacer para resolver la situación.
Es importante averiguar datos sobre que ocurrió,
quién estuvo implicado; dónde ocurrió;
cuándo y si hubo testigos y quiénes fueron.
Una vez dados estos pasos, se pueden adoptar otras
medidas como:
No intentar por su cuenta “meter en vereda” a
los agresores; rara vez funciona, sino que, al contrario,
suele agravar la situación.
Hay que comunicarse con el centro escolar cuando se haya llegado
a un acuerdo con el hijo sobre la forma, el cuándo,
con quién...
Pedir una cita con el director, profesor o persona que se
considere más idónea para tratar el asunto.
Se debe evitar presentarse en la escuela sin concertar antes
una cita.
Presente de forma tranquila y ordenada la información
que tenga.
Señale con su modo de actuar que usted desea colaborar
con la escuela en la búsqueda de una solución.
Indique lo que usted y su hijo desean hacer y pida que el
representante de la escuela también opine al respecto.
Pregunte sobre el Reglamento de Régimen Interior del
centro escolar y su contenido en materia de malos tratos y
exija que se aplique.
Anote las medidas que la escuela promete tomar, y pida otra
cita para informarse de las actuaciones realizadas.
Por último, cabría apuntar una serie de instrucciones
para ayudar a su hijo/a a hacer frente al problema.
Estas pueden ser las siguientes:
1. Si los abusos se están cometiendo
camino a la escuela o de regreso a casa, vea si es posible
que tome otra ruta, se junte con otros niños o, acaso
con la ayuda de la escuela, encuentre un compañero
más robusto con quien pueda ir acompañado. Estas
medidas podrán ser útiles mientras se está
resolviendo el problema.
2. Si a su hijo le cuesta hacer amigos, anímelo
para que haga un mayor esfuerzo por conseguirlo, ya que el
tener un buen amigo, aunque sea uno solo, puede ser decisivo
frente al problema de los malos tratos.
3. Invite a casa a los amigos de su hijo,
para que se vayan afianzando las amistades iniciadas en la
escuela.
4. Hable con su hijo sobre lo ocurrido y
propóngale algunas medidas que podría adoptar
para ayudarse, tales como:
fingir no oír los comentarios hirientes;
repetirse a sí mismo, en voz baja, consejos para animarse,
tales como: «eso es problema suyo, no mío»,
o «yo estoy bien»;
aprender a portarse de manera más firme, serena y enérgica,
para que pueda enfrentarse al agresor sin sentir miedo, ni
angustiarse, ni ponerse ofensivo ni violento; y
entender que, en el caso de los malos tratos, está
bien, y de ninguna manera constituye un acto de delación,
contárselo a otro.
BIBLIOGRAFÍA RELACIONADA CON EL TEMA:
Hirtt, Nico: “Los nuevos amos de la Escuela El negocio
de la enseñanza”
Minor Network, Madrid, 2003.
Ortega, Rosario; Rey, Rosario del: “La violencia
escolar Estrategias de prevención”
Graó (Serie Orientación y Tutoría), Barcelona,
2003.
Viñao Frago, Antonio: “Escuela para todos
Educación y modernidad en la España del siglo
XX”
Marcial Pons, Madrid, 2004.
(1)
Este
artículo se completa con el titulado "Más
sobre la violencia escolar" |