¿Se
han parado a pensar QUÉ ENTIENDEN POR TOLERANCIA?
Se trata de un término que en la sociedad actual utilizamos
a menudo pero cuyo concepto no está demostrado que
se conozca con exactitud. Si consultamos el Diccionario de
la Real Academia encontramos dos acepciones; en primer lugar
se entiende por tolerancia
el “respeto y consideración hacia las opiniones
o prácticas de los demás, aunque sean diferentes
a las nuestras” Por otro lado, encontramos otra definició n
con un sentido más específico que afirma que
tolerancia consiste en “permitir algo que no se tiene
por lícito, sin aprobarlo expresamente; o sea, no impedir
–pudiendo hacerlo- que otro u otros realicen determinado
mal” Si nos damos cuenta, la cuestión está
en determinar el límite de lo no tolerable: la legítima
diversidad siempre debe tolerarse (respetarse) y, sin embargo,
la ilegítima puede tolerarse o no, depende las circunstancias.
Estos planteamientos son los que como padres habrá
que inculcar a los hijos de cara a su relación con
sus iguales e integración en la sociedad compleja que
les toca vivir.
De
lo anterior debemos concluir que la tolerancia, entendida
como respeto y consideración hacia la diferencia, como
una disposición a admitir en los demás una manera
de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud
de aceptación del legítimo pluralismo, es a
todas luces un valor de enorme importancia.
Entendida
así la tolerancia puede ayudar a resolver muchos conflictos
y a erradicar muchas violencias. Por desgracia vivimos en
un mundo en el que son frecuentes actos de violencia y maltrato
al prójimo por lo que deducimos que una educación
centrada en la tolerancia debe primar y promoverse de una
forma necesaria y urgente.
Tal
es así que en los sistemas educativos europeos resurge
de nuevo la preocupación por el tema de la educación
intercultural y del respeto a las minorías. Ya sabemos
que vivimos en sociedades multinacionales, complejas y plurales
en distintos ámbitos como el religioso, moral y cultural.
La tolerancia hacia lo diferente se ha convertido
en el reto más serio de la sociedad presente y futura.
De ahí que una de las características esenciales
de la escuela pública sea conseguir un objetivo de
carácter moral; es decir, educar ciudadanos libres,
democráticos, críticos y tolerantes. Todo ello
desde una perspectiva integral del ser humano.
El propósito de la tolerancia
es la coexistencia pacífica. FEDERICO MAYOR ZARAGOZA
(que fue Director General de la UNESCO) afirma que una persona
tolerante respeta la singularidad de cada persona. La tolerancia
desarrolla la habilidad de adaptarse a los problemas de la
vida diaria. Como adultos debemos saber también que
la tolerancia es una fortaleza interna que le permite a la
persona afrontar dificultades y disipar malentendidos.
EN EL ÁMBITO FAMILIAR,
los padres desean que sus hijos crezcan libres de estereotipos,
sin prejuicios. En la sociedad actual nos movemos entre gran
variedad de culturas, personas de distintas razas y los hijos
comparten aulas, vecindad con niños cuyo aspecto físico,
idioma o costumbres son muy diferentes a las suyas. La familia
es la primera escuela en la que se aprende la tolerancia porque
siempre hay que hacer reajustes para que todos los miembros
tengan cabida en la misma. El colegio es la segunda entidad
en importancia donde inculcar el espíritu de la tolerancia.
Hasta los 3 años los niños
creen que el mundo es como ellos y las familias como la suya.
Tienen una perspectiva del mundo centrada en su persona. Hacia
los 4 años se inicia una educación explícita
en el campo de la diversidad. Los niños a partir de
estas edades van clasificando las cosas por categorías
y diferencian al resto por su color de pelo, su piel clara
u oscura. En esta fase podemos escuchar preguntas como ¿por
qué Irene no celebra la Navidad como nosotros? Entre
los 5 y 7 años los niños ven el mundo desde
su punto de vista (cosa que ya hacían) y desde el punto
de vista de los demás. Tienen una nueva capacidad para
comparar la percepción de sí mismos en comparación
con otros. Este aspecto comparativo, en ocasiones provoca
competición: “ojalá yo tuviera el pelo
de María”, o miedo a no ser aceptados: “nadie
en mi clase lleva muletas”.
Los
padres deben responder a los hijos a estos comentarios o preguntas
de forma simple e informativa. Por ejemplo: “nuestra
familia es católica y la de Irene es judía”
Si los hijos no nacen teniendo en cuenta las diferencias ¿cómo
aprenden a tener prejuicios?
En ocasiones los padres se enfrentan al
reto de hablar con los hijos de diversidad cuando ellos tienen
aún dudas al respecto. Muchos padres se sienten inseguros
cuando tienen que tratar a personas distintas a ellos en aspectos
importantes debido a que sienten miedo a estar incómodos
o a decir algo inconveniente ya que ellos no han tenido muchas
oportunidades de encontrarse con gente diferente. Este reto
para los padres de reconocer sus inclinaciones y sus limitaciones
se ve reforzado por el hecho de haber crecido en una sociedad
que tiene prejuicios de los cuales no es fácil librarse.
Los hijos con un poco de ayuda,
acaban estando a gusto entre la diversidad. La semilla
de la tolerancia, se planta con compasión y cuidado.
Cuanto más afectuoso se vuelve uno y más comparte
ese amor, mayor es la fuerza en ese amor. Cuando hay carencia
de amor, hay falta de tolerancia. FEDERICO MAYOR ZARAGOZA
nos llega a poner el caso de una madre: cuando el hijo experimenta
un obstáculo, ella está preparada y es capaz
de tolerar cualquier cosa. En ese momento no se preocupa por
su propio bienestar, sino que, con amor, afronta todas las
circunstancias. El amor hace que todo sea más fácil
de tolerar.
Entre el nacimiento y los 5 años
aprenden muchos valores sociales. Aunque en ocasiones ellos
se comporten de manera excluyente hacia otros niños,
no quiere decir que hayan formado ya sus propios «prejuicios»
Si no hay una intervención activa, este comportamiento
que en principio es por imitación, acaba en prejuicios
reales.
Llegados a este punto nos preguntamos ¿CÓMO
AYUDAR A LOS HIJOS A LUCHAR CONTRA LOS PREJUICIOS?
La primera norma es educar y apoyar a los hijos cuando se
enfrenten a situaciones en las que sean blanco de discriminación
o testigo de ellas. Aquí tenemos algunos puntos que
servirán de guía:
Escuche su dolor.
Ofrezca información. Dígale que lo ocurrido
no es aceptable. Hágale saber que los insultos
y burlas suelen proceder de la ignorancia.
Ofrezca ayuda o protección. A veces los niños
no son capaces de responder por sí solos a los
actos discriminatorios.
Hable con claridad cuando oiga calumnias.
Ofrezca una visión de cambio social.
Fomente la iniciativa de los niños.
La cooperación genera optimismo sobre el mundo. |
Es
bueno que los niños sepan que existe colaboración
y ayuda y les dará confianza saber que tal vez ellos
sean capaces de cambiar algo injusto. En nuestra sociedad
actual existen educadores que han investigado y han trabajado
para crear un programa capaz de contrarrestar prejuicios todavía
existentes y han desarrollado un «planteamiento no discriminatorio»
para la educación. En ella hay cuatro componentes:
1.
Valorarse uno mismo como miembro de todos los grupos a
los que pertenece.
2. Valorar a otros que pertenecen a grupos distintos.
3. Reconocer los prejuicios e injusticias sociales por
pertenecer a determinados grupos.
4. Pensar en la forma de reaccionar ante la injusticia
defendiéndose uno mismo y convirtiéndose
en aliado de otros grupos. |
Llegados
a este punto debemos saber que EL PRIMER PASO PARA
VALORAR LA DIVERSIDAD ES HONRAR Y VALORAR NUESTRA PROCEDENCIA.
Todos operamos desde un contexto cultural que desempeña
un papel importante en las decisiones que tomamos como padres.
Pero la cultura no es algo estático, es dinámico,
adaptable a las nuevas influencias, a la economía,
geografía, etc. También varía de una
persona a otra. La cultura está formada de pequeños
detalles: costumbres, recetas de cocina... Todos tenemos un
legado cultural importante y mientras lo enseñamos
a los hijos les ayudamos a respetar otros y a establecer las
bases para apreciar la diversidad.
Para terminar debemos apuntar varias
FORMAS DE AYUDAR A SU HIJO A VALORARSE. En concreto
y entre otras, deben hacer lo siguiente:
Enseñe a sus hijos datos sobre su cultura.
Utilice a la familia completa como ayuda.
Estudie y anote la historia de la familia.
Enseñe a sus hijos lo que es más especial
de la familia.
Ofrezca modelos de rol positivos.
Ofrezca a su hijo juguetes y libros que reflejen positivamente
los grupos a los que pertenecen.
Vigile los prejuicios que aparecen en los medios de comunicación. |
Por
último también debemos saber algunas FORMAS
DE AYUDAR A LOS HIJOS A VALORAR A LOS DEMÁS.
Entre otras apuntamos las siguientes:
Favorezca el encuentro con personas de otras culturas.
Enseñe imágenes “no estereotipadas”
sobre diversidad.
Hable con los hijos sobre las diferencias y similitud
con otras personas.
Amplíe experiencias sobre arte, culturas diferentes.
Enseñe a su hijo que la diversidad se aplica
a todos: también él es “distinto”
para otras personas.
Trabaje sobre sus propias ideas y prejuicios. |
Bibliografía:
Además
de la ya citada podemos recurrir a...
Luis Mª Cifuentes
"Educación para la tolerancia: una pedagogía
de la libertad de conciencia"
Madrid, Noviembre de 2001.
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