La
convivencia familiar consta de una larga serie de transacciones
en las cuales se anulan las necesidades de un miembro a favor
de otro. Lo que desean los adultos y los niños en la
vida doméstica es a veces totalmente opuesto. Pero
este “tira y afloja” es útil para los niños
porque aprenden que tanto sus requerimientos como los de los
demás serán tenidos en cuenta.
Si nos remontamos años atrás, veremos
que sólo contaban las necesidades de los adultos. Después
se produjo un giro y pasamos al otro extremo: predominio total
de las necesidades del niño. Es necesario entonces
plantearnos la pregunta ¿CÓMO ALCANZAR
EL EQUILIBRIO? La primera lección que aprendemos
todos, padres e hijos, con la búsqueda del equilibrio
de necesidades, es que hay que respetar al prójimo
sea cual fuere su edad, sexo, experiencia o rango. Aprendemos
cómo resolver problemas, cómo negociar y alcanzar
el consenso. Enseñamos a los hijos que se puede valorar
a más de una persona al mismo tiempo. Todos nos hemos
planteado si mantenemos un adecuado ritmo en nuestras vidas
cotidianas, si inclinamos la balanza hacia el lado del trabajo
más que hacia el de la familia o al contrario.
De ahí que sea necesario un EQUILIBRIO
ENTRE TRABAJO Y FAMILIA. En la gran mayoría
de las ocasiones el trabajo ocupa una parte sustancial de
nuestra jornada y como consecuencia la vida en el hogar se
acelera en gran medida. En muchas familias el contraste entre
el paso o el ritmo de los adultos y el de los niños
se acentúa cada vez más. Hay un drama diario
alrededor del tiempo y es muy complicado equilibrar el ritmo
de los hijos y el de los padres. Por la mañana las
necesidades de un hijo son abrir los ojos
despacio, echar un vistazo a su habitación, redescubrir
los juguetes y tal vez más tarde sentir apetito. Y
las necesidades del adulto son salir cuanto
antes de casa, llevar a los hijos al autobús o guardería,
dejar hecho el máximo de tareas para que la vuelta
no sea un infierno, etc. Como vemos el conflicto está
servido. Para hallar un punto de conciliación
entre ambas partes tenga presente algunas de las siguientes
fórmulas:
1. Sea menos exigente consigo
mismo
Es importante reconocer que “ningún
padre” puede llegar a todo. Una semana seremos un gran
trabajador, un padre mediano y un mal cocinero y otra podremos
ser un padre sensacional, mediano cocinero y un trabajador
mediocre.
2. Piense aquello que realmente
le importa
Asegúrese de tener siempre tiempo para
las cosas primordiales. Sepa decantarse por el valor elegido
en la mayoría de ocasiones: los niños, la familia...
3. Establezca prioridades
A veces es más importante que nuestro hijo
sea escuchado a que dejemos recogida la casa.
4. Analice las jerarquías
5. Piense en la familia
como un todo
En el seno familiar lo importante no es el equilibrio
de cada momento sino el que se va instaurando con el tiempo.
Pero después de estas fórmulas ¿QUÉ
HACEMOS SI NECESITAMOS QUE LOS HIJOS CAMINEN A NUESTRO PASO?
Primero debemos concienciarnos de que ir a nuestro
ritmo es una prueba para los niños. Seremos
más comprensivos. Para ello deberemos tener en cuenta
otras pautas como las siguientes para salir
triunfadores en las ocasiones en que tengamos prisa:
1. Pormenorice las
tareas.
“Tenemos que ordenar tu habitación,
¿qué quieres recoger primero la ropa sucia o
las pinturas?”
2. Encuéntrese
con su hijo a medio camino.
En caso de urgencia o resistencia extrema tal
vez tenga que hacer más de la mitad acordada.
3. Explique a los niños
qué va a suceder.
4. Reexamine y simplifique
la rutina.
5. Sea creativo.
6. Dé un tiempo
a su hijo para ir a su propio aire.
Los niños deben disponer en casa de un
tiempo sin programar en el cual no hay quehaceres pendientes.
Si nos les brindamos la oportunidad de plantearse el “¡caramba,
no tengo nada que hacer!”, perderán gradualmente
el contacto con sus ideas e imaginación lo que provoca
la disminución de la creatividad y la pérdida
de confianza en sí mismos.
Y qué hacer cuando oímos “PAPÁ,
ME ABURRO”. Llegados a este punto, los niños
necesitan su apoyo para redescubrir los placeres del tiempo
libre. Las estrategias siguientes le ayudarán:
Identifique lo que ocurre.
Sea solidario:
escuche sus sentimientos de desánimo.
Ayude
a sus hijos a reflexionar sobre su propio talante.
Haga
sugerencias: pero que sea la savia creativa de sus hijos
la que aflore.
En caso
necesario ayúdele a empezar: pero adviértale
que una vez comenzada la actividad usted reanudará
lo que estuviera haciendo.
No interrumpa.
De aviso con tiempo para finalizar o pasar a otra actividad:
“dentro de 5 minutos...”
Genere
un ambiente propicio al juego creativo: relájese,
en un niño el juego creativo no acostumbra a ser
una actividad limpia.
Modérese:
va demasiado deprisa: compete a los padres aminorar la
marcha para que los hijos no deduzcan que la vida no tiene
demasiados alicientes y crecer es un engorro.
“Pierda”
hoy mismo un poco de tiempo con su hijo. Perder un poco
de tiempo con su hijo no requiere preparación.
Dé
paseos de “un euro”: esto significa sin rumbo
fijo. Se va echando la moneda al salir o en cada esquina.
Si sale cara a la derecha y si sale cruz a la izquierda.
No vale hacer recados.
Sea un
modelo de conducta. Aprenda y enseñe a sus hijos
a valorar algo muy simple: “el don de la soledad”.
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Y todo lo que aquí estamos contando es
para mejorar en nuestra vida con nuestros familiares y para
ello nos tenemos que plantear ¿QUÉ ES
LA CALIDAD DEL TIEMPO? Hemos oído en muchas
ocasiones la importancia de pasar con los niños “un
tiempo de calidad” Pero no creamos una imagen idealizada.
El tiempo de calidad comprende los ratos en que nos concentramos
absolutamente en nuestros hijos: leemos libros, paseamos...
También tiempo de calidad es cualquiera que estrecha
vínculos humanos entre padres e hijos. Pero además,
tiempo de calidad también incluye el trabajo: hacer
tareas juntos, barrer el pasillo, arreglar una silla o doblar
la colada, les hará sentir más hábiles
y miembros integrantes del equipo. El tiempo de calidad es
el que invertimos en un niño que llora o está
agotado. Es aquel en que solventamos una disputa familiar
y el que se emplea en las rutinas diarias. Todas las cosas
pequeñas son un gran acontecimiento.
Sin
embargo el tiempo de calidad “no absorbe” todo
el tiempo de una familia. Es importante que los hijos tengan
la oportunidad de ver que en casa hay otras necesidades: que
trabajan o reposan. Tengamos presente algo importante,
como reflexión final: esta es la única
infancia que tendrán sus hijos.
Es necesario, para finalizar, que dediquemos un
momento y de forma específica a los PADRES
PRIMERIZOS: ¿DÓNDE ESTÁ EL TIEMPO?.
Cuando se tiene el primer hijo el sentido del tiempo cambia
radicalmente. Además, el tiempo es con frecuencia una
fuente de conflictos entre padres. Es imprevisible cuánto
llega a absorber la profesión de padres. Como dice
la especialista infantil MAGDA GERBER: «por despacio
que vayamos con un bebé, tendremos que aminorar aún
más» La comunicación de los niños
pequeños no es verbal y si vamos demasiado deprisa
perderemos las vías de comunicación más
sutiles que nuestro hijo ha abierto. Lo mejor de la adaptación
al compás del bebé es que una presencia sentida
es un auténtico “don”. Cuando atendemos
a un niño pequeño el resto del mundo se desvanece.
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