En
el presente artículo se pretende dar pautas al lector
sobre si es conveniente entregar paga o no a los hijos, la
periodicidad de la paga, la cantidad a entregar, criterios
para educar al niño en el uso correcto..., entre otros.
Este contenido es un complemento del presentado en el artículo
“Educar en el uso del dinero” ya que éste
se centra más en informar de los criterios a tener
en cuenta para el uso del dinero.
Hay padres que no tienen claro si tienen que dar a sus hijos
“dinero de bolsillo” para sus caprichos aunque
no dudan en invertir todo lo necesario para que sus necesidades
queden completamente satisfechas.
La actitud del niño respecto al dinero depende
de la educación que demos a nuestros hijos en este
campo. Estos contactos con el dinero condicionarán
su vida adulta de modo que pueda ser un campo de pruebas para
valores como la generosidad, la responsabilidad, la sabia
administración e incluso la avaricia. Poder manejar
su propio dinero de bolsillo da a los chavales autonomía
e independencia de criterio. La tarea de los padres
es de orientación y por supuesto de buen ejemplo.
Alrededor de los 7 años los chicos desarrollan
una gran curiosidad por el dinero. Tienen ya unas nociones
de cantidad y unas facultades intelectuales que les permiten
comprender el valor del dinero, desarrollar la conciencia
del mundo además de la noción de número.
Pero también los padres y educadores se plantean una
duda ¿realmente necesitan una paga?
Existen opiniones en ambas direcciones; quienes se
oponen al tema de la paga y los que creen conveniente dar
una asignación. Los que se niegan a asignar una paga
periódica prefieren (según José Mª
Lahoz García en su artículo “El dinero
que damos a los hijos”) crear un clima de confianza
que permita que sus hijos les pidan dinero cuando crean necesitarlo.
Podemos afirmar que la opción de asignar una paga periódica
es mayoritaria siempre que sea adecuada a la madurez del niño.
En
el tema del dinero no conviene ser demasiado rígidos.
En alguna ocasión pueden recibir alguna cantidad
extra que les permita tener algo con lo que tengan una
especial ilusión. |
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Estas
primas pueden venir motivadas por hechos sobresalientes
relacionados con hábitos que se quieren potenciar
(hacer los trabajos por iniciativa propia, tener un
detalle con algún hermano, vecino, amigo sin
que se le indique, etc.) De cualquier forma deben ser
cantidades pequeñas. No obstante debemos tener
en cuenta que el dinero nunca debe usarse para premiar
o castigar, por ejemplo poniendo precio a sus notas. |
También
hay que plantearse CON QUÉ FRECUENCIA RECIBIRÁN
LA PAGA. Una vez por semana es una buena medida entre los
7 a 10 años. El periodo de un mes todavía les
queda grande. A esta edad los niños ya comprenden el
significado de “caro” y “barato”,
aunque el valor de las cosas es algo muy subjetivo relacionado
directamente con la importancia que tienen los objetos de
consumo en su vida. José Mª Lahoz afirma que el
niño, a esta edad, es capaz de descubrir la relación
del dinero con el trabajo y con el cuidado de las cosas. Más
concretamente aprende que si cuida las cosas que usa, evita
gastos innecesarios y podrá dedicar el dinero a otras
necesidades; por otro lado, debe aprender que el dinero se
obtiene a cambio de trabajo.
A los 9 años ya tienen una idea bastante precisa
del valor del dinero pero les falta experiencia y cometen
muchos errores.
Muchos niños reciben su primera paga cuando empiezan
a ir al colegio. Es un buen momento pues es cuando aprenden
a sumar y restar y esto les será muy útil para
manejar el dinero.
Debemos dejar que sean ellos mismos quienes administren el
dinero, siempre cerciorándonos de lo que compran. Ello
nos da ocasión de dialogar y conocerlos mejor.
Podemos
ayudarles a elegir para que compren cosas inofensivas
pero no fiscalizar ni coaccionar. La libertad personal
de comprar un tebeo, una golosina o meter el dinero
en la hucha la deben desarrollar ellos mismos. |
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No
debemos dar más a media semana si se lo gastan
todo de un golpe. Se acostumbrarían a hacer lo
mismo y no sabrían administrarse. |
Si al principio ocurre que gastan la paga de un golpe o la
meten en la hucha, hay que considerar que están en
su derecho. Pero si estos comportamientos llegan a ser la
norma es conveniente que les aconsejemos sobre cómo
gastarlo convenientemente.
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Tampoco
conviene fomentar la avaricia. Hay que educarles para
no caer en extremos. |
Si
el niño tiene impulsos generosos (dentro de lo
razonable) no lo debemos desanimar ya que la generosidad
es una cualidad hermosa que aparece ligada a otras como
el afecto y la colaboración. |
Anteriormente
hemos hablado de la frecuencia semanal para niños de
hasta 10 años. Pasados los 11 años
conviene que reciban el dinero una vez al mes. Recordemos
a los padres que “la paga es un dinero para gastar sin
que intervengan los adultos” Esto significa que no deben
usarla para comprar material escolar o ropa. Está pensada
para sus gastos extras y los padres deben aceptar con resignación
que lo inviertan en horribles monstruos o golosinas de rara
identificación. No podemos exigir a un niño
que distinga calidad. Su lema es “mucho siempre equivale
a mejor” Por supuesto no olvidemos que es necesario
“aconsejar y orientar” en su forma de gastar.
En el caso de los adolescentes tenemos la obligación
de enseñarles a administrar, a ser previsores y a valorar
sus derechos, obligaciones y privilegios. La paga debe ser
incondicional y puntual y siempre evitar tener que pedir dinero.
A esta edad, la hucha se puede sustituir por una libreta de
ahorros.
Y
llegamos a un tema relacionado con la paga que resulta
de lo más complicado: LA CANTIDAD.
Al fijar una cantidad debemos considerar la situación
económica familiar y la opinión de los
padres. Aunque nuestra economía sea boyante,
la cantidad no debe ser elevada. |
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No
hay que ser tacaños y adecuarla a la edad del
niño. Si le damos una cantidad ridícula
que no alcance para un tebeo, por ejemplo, puede producir
frustración, no le enseñará a
administrase y le colocará en situaciones incómodas
frente a sus amigos. Y tan malo es quedarse corto
como excederse. |
Los
niños deben aprender a establecer un “orden
de prioridades” y dividir al capricho en: “inmediato”,
“puede esperar” y “no lo necesito”.
De cualquier forma debe ser algo consensuado. Es importante
tener en cuenta que nunca se debe dar a los hijos
más dinero del acordado, por ejemplo en el
caso de cuando se quieren comprar algo y no tienen
el dinero suficiente... ¡hay que aprender a
esperar y ahorrar!
NOTAS AL PIE
(1)
Este
artículo se complementa con el de esta misma
sección titulado "Educar en el uso del
dinero"
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