Posiblemente sea el juego, una de las actividades humanas más antiguas, el origen de las primeras ideas en probabilidad. El talus (la taba) aparece ya en excavaciones arqueológicas egipcias y se tienen noticias de su utilización en Sumeria y Asiria. Sin embargo, no sabemos si se utilizaban con fines religiosos o de entretenimiento.
En el museo del Hermitage existen dados egipcios, fechados en el siglo XVI antes de Cristo, increiblemente bien equilibrados, algunos con una forma tan irregular que parecen haber sido limados para conseguir la equiprobabilidad de los resultados.

Probablemente la versión que ha llegado hasta nuestros días de la gran epopeya india Mahabarata data del año 400 después de Cristo. En uno de sus libros un personaje llamado Rtuparna estima el número de frutos y hojas que aparecen en un árbol, contando los que existen en una sola rama. Cuando se le pregunta cómo posee tal habilidad contesta:
Yo de los dados poseo su ciencia, y así en los números diestro soy.





A pesar de que existen estudios sobre el juego de los dados anteriores al siglo XV, incluso una referencia al mismo en el Mahabarata, la necesidad de la utilización de cálculos y el carecer de una notación numérica adecuada podría explicar el hecho de que matemáticos tan hábiles en otros campos como los griegos no trabajaran en este tema.
Probablemente, fueron los árabes los primeros en planteárselo, de hecho no parece casual que la palabra albur, que se utilizaba para designar el azar sea tan árabe como la palabra álgebra o que la palabra azar provenga de la palabra árabe zahr, flor del naranjo con la que representaban el as en uno de los lados del dado. Parece ser que uno de estos juegos de dados denominado hazard (del árabe al-azar, que también significa dado) fue introducido en Europa durante la Tercera Cruzada.
De hecho, los primeros probabilísticos europeos fueron italianos del siglo XV, que recibieron la influencia árabe, a través
del norte de África, y que desarrollaron simultáneamente la aritmética y la probabilidad.