Una guerra total
La Segunda Guerra Mundial fue especialmente cruel y despiadada y sus consecuencias afectaron a millones de personas, tanto civiles como militares. Por un lado, los enormes gastos del conflicto bélico fueron sufragados por las potencias del Eje a través de la explotación de los países ocupados; mientras que, por otro lado, la victoria aliada necesitó llevar a cabo un esfuerzo económico sin precedentes.
A nivel demográfico, y en primera instancia, la II Guerra Mundial computó un escenario de horror con más de 50 millones de muertes a lo largo del conflicto, donde la URSS, Alemania y Polonia fueron los más afectados. Con todo, no tenemos que perder de vista otras datos cualitativos como las víctimas de lugares como Holanda, que con 200.000 muertos perdió casi el 40% de su población.
En cualquier caso, el conflicto movilizó millones de hombres para sus respectivos ejércitos nacionales, al tiempo el aumento más que considerable de la producción armamentística provocó una escasez de mano de obra que fue paliada con la integración de la mujer a la producción (de nuevo, tal y como ha sucediera veinte años antes). Simultáneamente, se ejecutó la aplicación de métodos brutales, sobre todo por parte de los alemanes, como el empleo de prisioneros de guerra y trabajadores forzosos para los sistemas productivos orientados al mantenimiento del estado de guerra.

En cuanto a la economía, como ya veníamos advirtiendo unas líneas más arriba, el esfuerzo fue gigantesco en esta materia. Así pues, cabe reseñar que la superioridad productiva industrial y agrícola de Estados Unidos e Imperio Británico resultó decisiva para decantar la balanza hacia el bando aliado. De hecho, el control del petróleo, el carbón o los metales estratégicos dieron una enorme ventaja a los aliados. Por este motivo, las necesidades generales de los ejércitos abocaron a los contendientes a la intervención de los gobiernos en la economía estableciendo grandes vínculos entre el propio gobierno y la industria.
A raíz de lo esgrimido anteriormente, las innovaciones en cuanto a material militar propiciaron esta retahíla de sangre junto con destrucciones materiales inmensas, sobre todo con la afectación de ciudades, medios de comunicación, infraestructuras o instalaciones industriales. Algunas de éstas fueron:
- La producción a gran escala de penicilina y de nuevas fibras textiles para la fabricación de nailon (paracaídas).
- La utilización de las primeras telecomunicaciones modernas (ordenadores rudimentarios); el uso de la energía nuclear (fundamental para la finalización de la contienda en el Pacífico).
- La aplicación de nuevas tecnologías al armamento, que supusieron aviones más veloces, portaviones de mayor capacidad, misiles antiaéreos o bombas volantes más precisas.
No obstante, debemos también tener en cuenta la otra cara de la moneda, puesto que países como Suecia, Canadá, Australia o los Estados Unidos, contendientes donde no hubo combates en sus fronteras, se convirtieron en suministradores y experimentaron un auge económico sin parangón. Europa, definitivamente, abandonaba el trono económico mundial a favor de los propios Estados Unidos y la Unión Soviética.
Finalmente, y por desgracia, durante los procesos de paz se descubrieron hechos y acciones que se produjeron durante el conflicto y que escalofriaron al mundo sacudiendo los valores morales y políticos de la época. Por un lado, las terribles acciones bélicas que asolaron Europa y, por otro lado, el descubrimiento de las prácticas nazis y su horror dirigido, así como también los efectos devastadores sobre la población civil japonesa deHiroshima y Nagasaki, dieron cuenta detallada del horror, la masacre y el apocalipsis mundial vivido.
