A comienzos del siglo XVI, en el mapa político de Europa, se encuentran ya una serie de reinos que, en gran medida, se identifican con los estados europeos actuales. Las monarquías poco a poco fueron consolidando sus territorios gracias al uso de los instrumentos detallados en el punto anterior.

• Francia. Tras la Guerra de los Cien Años (1337-1453) contra los ingleses, los monarcas franceses, principalmente Luis XI en el siglo XV y Francisco I en el XVI, consiguieron organizar la administración, crear un ejército permanente y asentar el poder real frente a la nobleza.
• Inglaterra. Una vez terminada la Guerra de los Cien Años, Inglaterra vivió una guerra civil, conocida como la Guerra de las Dos Rosas (1455-1487), en el siglo XV, la cual debilitó a la nobleza y permitió a los reyes de la dinastía Tudor crear una monarquía poderosa. El mejor ejemplo es Enrique VIII en el siglo XVI. Además de reforzar el poder real, fundó la Iglesia anglicana.
• España. Los Reyes Católicos, es decir, la reina Isabel de Castilla y el rey Fernando de Aragón, acabaron gobernado conjuntamente las dos coronas, tras un proceso de guerras civiles. Unificaron toda la Península Ibérica, excepto Portugal, al conquistar el reino nazarí de Granada en 1492.
• Rusia. Iván III el Grande unificó el país y amplió el reino. Más tarde, Iván IV el Terrible, ya en el siglo XVI, adoptó el título de zar o emperador de Rusia, el cual llegará hasta el siglo XX.
• Otros ejemplos son el reino de Portugal, el reino de Dinamarca, el reino de Noruega...