La guerra relámpago. El inexorable avance nazi
A continuación, abordaremos las victorias del Eje, haciendo referencia a sus triunfos entre los años 1939 y 1941.
Las tropas alemanas de Hitler, también conocidas como la wehrmacht, iniciaron las hostilidades usando aquello que conocemos como la guerra relámpago, consistente en usar divisiones acorazadas, los célebres panzer, con apoyo aéreo. El avance fue rápido y Polonia fue tomada con facilidad y repartida con la URSS. De hecho, este reparto se produjo como consecuencia directa del llamado pacto germano-soviético, mediante el cual la URSS, cumpliendo las cláusulas secretas de este acuerdo de no-agresión, invadió la parte oriental de Polonia quedando dividida entre Berlín y Moscú.
En cuanto al sector occidental, ya en 1940 los ejércitos hitlerianos habían invadido buena parte del viejo continente. En abril de este mismo año, Alemania ocupaba Dinamarca y Noruega; el 10 de mayo Hitler atacaba los Países Bajos, que una semana más tarde se rendían, al tiempo que la Bélgica desarmada y neutral caía unos cuantos días más tarde. Además, con el propósito de combatir a los británicos, los Afrikakorps del general Rommel conquistaban el norte de África y, desde allí, Yugoslavia y Grecia. Estas victorias paliaron la derrota sufrida por la aviación teutona meses antes en suelo británico, fracaso que frustró la invasión de Gran Bretaña.
Así pues, los nazis iniciaron el asedio a Francia. Por su parte, los galos adoptaron una táctica de posiciones semejante a la de la Gran Guerra, construyendo una formidable defensa fortificada en su frontera con Alemania, la famosa Línea Maginot, que se interrumpía al llegar a la frontera belga. No obstante, al igual que sucediera en 1914, los germanos atacaron la retaguardia francesa a través del Benelux y las fuerzas franco-británicas fueron sorprendidas por la espalda. A tal efecto, incapaces de hacer frente a la invasión, emprendieron la huida de forma caótica y desorganizada. En menos de un mes, la República francesa fue vencida y los británicos, en retirada a sus dominios a través del canal de la Mancha, pudieron salvar gran parte de su ejército mediante la evacuación por mar mediante las playas de Dunkerque, en el Pas de Calais francés. París fue, finalmente, tomada el 22 de junio de este mismo año.
La derrota militar provocó un giro radical en Francia y, además, supuso la entrada en el bando nazi de Italia, que se había mantenido hasta la fecha ajena a la contienda (10 de junio de 1940).

Como consecuencias de dicha derrota, el gobierno galo dimitió siendo sustituido por un nuevo ejecutivo presidido por Pétain, el héroe de Verdú, quien solicitó un armisticio con Alemania (firmado en el mismo vagón de tren donde hizo lo propio la Alemania perdedora de 1918 en la localidad francesa de Compiegne). A partir de este momento, Francia aceptó la derrota quedando el país dividido en dos mitades: la zona norte, incluyendo París, controlada por Hitler; y la zona sur, en manos del gobierno de Pétain, cuya capital se instaló en la ciudad de Vichy. Esta última otorgó el nombre con el que se conoció al gobierno proalemán del general: el régimen de Vichy. A pesar de ello, los contrarios a la política de entendimiento con los nazis, cuyo exponente más relevante fue el general De Gaulle - huido a Londres-, emprendieron una política de lucha tanto en el interior como en las colonias francesas.
Por último, el punto álgido de los triunfos alemanes llegó cuando, en junio de 1941, Hitler lanzó por sorpresa la Operación Barbarroja. Este plan, que suponía atacar a la Unión Soviética, fue un éxito en sus primeras semanas, pues las tropas de Alemania llegaron a las puertas de Moscú y Leningrado. Condujo, sin embargo, a un entendimiento entre Stalin y los aliados occidentales. Además, el ataque de los japoneses, sin declaración previa, a la base aérea de Pearl Harbor llevó a que los Estados Unidos también entraran en conflicto.