Conocido como el "campo de la muerte", el polaco Auschwitz-Birkenau se ha convertido en uno de los iconos más representativos del holocausto. En las cercanías de Cracovia se alzó este monumental complejo, en pleno corazón de la Europa continental, donde bajo el célebre lema "arbei macht frei" (el trabajo os hará libres), millones de personas trabajaron sin descanso y perecieron bajo el manto del fino gas emitido por las cámaras disfrazadas en forma de ducha.

Tras la toma de Polonia por Hitler el 1 de septiembre de 1939, y la posterior repartición del territorio con Stalin, se calcula que por él pasaron alrededor unos cinco millones de personas (la mayoría judíos de una veintena de nacionalidades), de las cuales murieron más de un millón y medio después de sufrir vejaciones y degradaciones contra su integridad física y moral extremas.

Actualmente, este campo de exterminio se puede visitar desde Cracovia y despierta un gran interés entre los viajeros por todo aquello que representa para la humanidad.

Mauthausen, Austria, es uno de los campos de concentración que nos resulta más familiar. Y es que más de 4 000 españoles pasaron por estas vastas instalaciones situadas a apenas unos kilómetros de la bien comunicada Linz, en el noroeste austríaco, en el actual estado de la Alta Austria. Exiliados de la España de Franco, muchos contendientes republicanos marcharon (obligados por las circunstancias en algunos casos), nuevamente al frente para combatir el fascismo, siendo en muchos casos arrinconados por las tropas hitlerianas y acabando sus días en campos de concentración como éste.

Sin embargo, aquello que caracterizó a Mauthausen no fue el exterminio sistemático del enemigo, sin que también funcionó como una gran industria donde fabricar desde munición hasta el ensamblaje de aviones. Además, en él se albergaron cautivamente altas personalidades de otros estados de la resistencia nazi.

Ravensbrück ha pasado a la posteridad por ser el primer campo de concentración íntegramente femenino. A pesar de ello, este hecho no supuso un inconveniente para que, tras un primer momento, se situara anexamente a su localización una sección masculina dedicada al trabajo forzoso.

Situado en la actual ciudad de Fürstenberg, en el principado alemán que lleva su misma denominación, supuso un enclave muy seguro para llevar a cabo las tareas nazis de trabajo y exterminio por estar muy buen comunicado con Berlín, en un radio aproximado de unos cien kilómetros.

Además, las mujeres que lo ocuparon realizaron tareas propiamente femeninas para esa época, como tejer o coser. Como contrapunto, visto que muchas de ellas tenían nociones de música (canto y solfeo), se les ofreció formar una orquesta sinfónica para el disfrute personal de las autoridades nazis del recinto. Tajantemente, ellas rechazaron actuar delante de cuerpos tan atroces como las SS y dichas actuaciones, como el canto a capella, fueron siempre llevadas a cabo en la intimidad y el más absoluto secreto.

Dachau ha pasado a la posteridad por ser recordado como el campo de concentración donde se ejecutaron algunos de los experimentos más atroces de la historia de la humanidad. Hipotermias controladas o ensayos médicos con gemelos fueron prácticas habituales en este recinto situado en las cercanías de Múnich, actual Länder de Baviera.

Solamente cuando el ejército aliado liberó el campo el 29 de abril de 1945, sus prisioneros pudieron respirar aliviados al saber que su vida no correría el peligro de otros internos que sufrieron crueles pruebas, tal y como relataba el médico de las SS Sigmund Rascher en los Juicios de Nüremberg.