La escultura gótica
En la Edad Media la escultura estaba unida a la decoración de las fachadas, tímpanos y parteluces de las iglesias. Sin embargo, durante el estilo gótico se fue independizando para ir cogiendo importancia en retablos y sepulcros. No obstante, los cambios culturales vividos desde el siglo XIII permitieron a la escultura acercarse hacia un realismo gracias a:
- Mayor detallismo y expresividad en los rostros.
- Búsqueda de cierto movimiento para conseguir un mayor naturalismo.
- Preocupación por los volúmenes y las formas que van haciendo casi exentas a las esculturas en los pórticos de las iglesias o catedrales.
- Comunicación entre las figuras que ayuda a esa búsqueda de movimientos, sensaciones y naturalidad entre los personajes, dotando a la escena de cierto valor narrativo.

Sin duda, uno de los escultores más famosos del gótico fue Claus Sluter, de origen holandés. Destacó por sus obras en la corte de Felipe el Atrevido, duque de Borgoña, como la cartuja de Chapmol.

En España las muestras más características de la escultura gótica están en las portadas de las principales catedrales, como el pórtico de la Gloria en Santiago, la portada del Sarmental de la Catedral de Burgos o la Virgen Blanca en el parteluz de la Catedral de León. En el período final del gótico podemos ver retablos como el de la Cartuja de Miraflores en Burgos, de Gil de Siloé, o sepulcros, como el del Doncel de Sigüenza, pero ya en el siglo XV.
