El estilo neoclásico aparece en Italia y Francia a mediados del siglo XVIII como rechazo a los excesos del barroco y como segundo intento de recuperación de la antigüedad grecorromana tras el Renacimiento. Se trató de un estilo promovido por los ilustrados, ya que vinculó las ideas principales de la Ilustración con el arte clásico. En Francia, el neoclasicismo estuvo fuertemente ligado a una clase social en concreto: la burguesía. Así, frente al rococó, que era el arte de la aristocracia, el nuevo estilo neoclásico se ve como una manifestación estética, un lenguaje propio y una bandera de las reivindicaciones de los revolucionarios. Posteriormente, este arte de la burguesía y de los revolucionarios pasa al servicio del emperador Napoleón y se instaura como el "estilo imperio".
Francia fue el epicentro del movimiento político, cultural y social de Europa en el cambio del siglo XVIII al XIX, y, por ello, el neoclásico afectará a todos los países y su arquitectura, escultura y pintura se reproducirá por todo el mapa europeo a través de las academias.
La arquitectura neoclásica tuvo una fuente principal para su desarrollo, la arquitectura de la antigüedad clásica. Se estudian los yacimientos y los restos arqueológicos griegos y romanos de forma más exhaustiva y rigurosa y se les da mayor valor. Se adoptan, así, numerosos elementos constructivos, se realizan edificaciones de grandes dimensiones y monumentalidad, y el material constructivo será sobrio, con obras en piedra. Hay, además, una integración urbanística de las nuevas construcciones y se busca la funcionalidad. Se elimina, en este sentido, todo lo superfluo y se busca la austeridad decorativa en contraposición al barroco. Se trató, en definitiva, de una concepción más racional y ordenada del edificio,con mayor frialdad y menor emoción.
Como obras principales, destacan en Francia: El Panteón, obra de J. G Soufflot, la iglesia de la Madeleine, de Pierre Vignon, y el Arco del Triunfo, de J. F. Chalgrin. En Inglaterra, la principal obra neoclásica es el edificio del Museo Británico en Londres, ideado por Robert Smirke. Y, por último, en Alemania cabe destacar el monumento berlinés de la Puerta de Brandemburgo, construida por Carl Gotthard Langhans.
La escultura neoclásica parte de los diferentes modelos barrocos pero modificándoles para adaptarlos a los principios morales revolucionarios. Los escultores tienen predilección por temas mitológicos de la antigüedad clásica, dejando a un lado los temas religiosos. Hay que destacar una serie de características:
Visión preferentemente frontal.
Tratamiento especial de los ropajes y los paños.
Desnudo anatómico y ausencia de emociones.
Uso de material noble, el mármol.
Perfección en la técnica y en la forma.
Impersonalidad en los rostros.
El principal escultor neoclásico es el italiano Antonio Cánova (1757-1822), que fue el principal artista del emperador Napoleón Bonaparte. Las principales obras de Antonio Cánova son: Psique y Cupido, Las tres gracias, Napoleón como Marte y Teseo y el Minotauro
A diferencia de la escultura y la arquitectura, la pintura neoclásica carecía de referencias clásicas; por esta razón, generará su propia estética. La pintura religiosa dejará de estar en primera línea y se tenderá a una temática más histórica y mitológica que exalte los ideales políticos, sociales y morales del pensamiento revolucionario. En la pintura neoclásica destacan ciertas características:
Teatralidad en la composición
Representaciones colectivas
Monumentalidad.
Colores fríos y equilibrados
Estatismo, perspectiva lineal, serenidad y equilibrio.
El principal pintor del neoclasicismo es el francés Jacques Louis David. Está vinculado al movimiento revolucionario y, posteriormente, al arte imperial de Napoléon, del que sería retratista oficial. Destacan sus obras: El juramento de los Horacios, La muerte de Sócrates, La muerte de Marat y Napoleón cruzando los Alpes.