Los -ismo
En esta segunda mitad del siglo XIX los grandes cambios en la Humanidad vinieron dados por la aceleración del proceso industrializador que impulsaron la economía, la técnica y condicionaron la sociedad. Esto se vio reflejado en el arte. Vamos a analizar los diferentes estilos y su evolución para poder comprender un poco mejor el sentir de los hombres y mujeres que habitaron este periodo de la Historia.
Las nuevas tendencias arquitectónicas cambiaron el paisaje urbano y la forma de comprender los espacios. Los materiales que ahora aportaba la industria, como el acero, el hormigón y el vidrio, crearon un nuevo lenguaje artístico.
- La arquitectura del Hierro (1850-1890). Se utilizó el hierro en edificios de espacios abiertos y pocos soportes que aligeraban el peso de las construcciones. Se podía hacer más alto porque era más ligero. El arquitecto más conocido fue Gustave Eiffel que construyó su famosa Torre Eiffel, emblema no solo de París, sino de toda una época. También en París destacan la Biblioteca de Santa Genoveva o las estaciones de tren. En Madrid es digno de mención el Palacio de Cristal del Retiro. Al otro lado del Atlántico, también se experimentó con nuevos materiales y fue la Escuela de Chicago la primera que se atrevió con ellos. El vidrio que pesaba poco y los pilares de hormigón armado mucho más resistentes permitieron aumentar la altura de los edificios y, así, surgieron los primeros rascacielos, que incorporaron otros inventos de la época como el ascensor y el teléfono para comunicarse.
- El Modernismo (1890-1920) utilizó los mismo materiales pero fue un poco más allá, persiguiendo el diseño integral del edificio: arquitectura, decoración exterior, interior e incluso hasta el mobiliario. Abundaban los motivos vegetales, las curvas y las ondulaciones. Había una grandísima libertad creativa. Destacan artistas como Guimard que diseñó algunas de las icónicas entradas de metro en París. En Barcelona, Antonio Gaudí marcó la ciudad para siempre con su estilo inconfundible en edificios como la casa Batlló, la casa Milà, la Sagrada Familia o el parque Güel. En Valencia, otro icono modernista es el Mercado Central, obra finalizada por Enrique Viedma.
- Otros estilos más mundanos, más culturales y menos arquitectónicos (la arquitectura reflejaba el triunfo de la burguesía industrial que presumía de su poder a través de sus construcciones) convivieron en la época como el Realismo (1850-1870), especialmente en literatura, escultura y pintura. Se pretendía reflejar la vida cotidiana laboral y familiar. Era una forma de denuncia social, un arte comprometido que mostraba las duras condiciones laborales de la inmensa mayoría de las personas en el campo o en la fábrica. Escultores como Meunier o pintores como Millet, Daumier o Courbet son una buena muestra.
- En Francia, a partir de 1870, surge el Impresionismo, un estilo pictórico que también reflejaba lo cotidiano, pero sin denuncia social. Era un arte experimental, que pretendía reflejar la luz en diferentes momentos del día, que usaba colores puros, sin mezclar. Las pinceladas eran breves, superpuestas y rápidas. Era el espectador el que percibía la composición final en su retina. Nombres como Monet, Manet, Renoir o el joven Cezanne son sus principales estandartes, así como el escultor Rodin, que también experimentó con la expresión dejando de lado las proporciones canónicas tradicionales. En España el más conocido fue el valenciano Joaquín Sorolla con un estilo luminoso de cuadros con escenas junto al mar Mediterráneo.
- El Postimpresionismo de finales de siglo es la evolución del estilo anterior. Cada pintor lo desarrolla e interpreta a su forma, haciéndolo suyo, cambiando colores y líneas, incorporando formas geométricas atrevidas. Destacan autores tan característicos como Van Gogh, Touluse-Lautrec o Degas.