La terrible crisis de los años treinta
Con el crack bursátil los problemas no habían hecho más que empezar. Debemos recordar que Estados Unidos era la locomotora económica a nivel mundial. Ambos sucesos (desplome bursátil, importancia mundial de la economía americana) condujeron a una crisis global conocida como la Gran Depresión. Los efectos inmediatos fueron una caída de los precios, que condujo a una gran deflación, y al final de la época de prosperidad de los años veinte.
Para atender a sus problemas económicos internos, Estados Unidos retiró los fondos que tenía invertidos en otros países. Es importante recordar que el Plan Dawes, por ejemplo, funcionaba gracias a los créditos estadounidenses. Las consecuencias de estas acciones fueron lamentables en todos los países (especialmente, como acabamos de mencionar, en Alemania).
- La caída del consumo implicaba un descenso de las ventas, con lo que muchas empresas tuvieron que cerrar, ya que tampoco consiguieron créditos para seguir adelante. Muchos bancos, sin aportaciones de dinero por parte de particulares y empresas, siguieron quebrando.
- Los trabajadores que conservaron sus puestos vieron bajar sus salarios. El paro aumentó exponencialmente, lo que llevó a millones de personas a vivir de las ayudas del gobierno y de la caridad.
- Frente a las políticas liberales anteriores a la crisis, los países adoptaron medidas proteccionistas para proteger sus economías. Esto implicaba una reducción importante del comercio a nivel mundial.
- Todo lo relatado hasta ahora se tradujo, como es lógico, en el descenso del nivel de vida. Muchos culparon al sistema capitalista como el responsable de la crisis.

Las medidas iniciales tomadas por Estados Unidos no surtieron efecto. El presidente Herbert Hoover aplicó políticas deflacionistas, como la reducción del crédito y del gasto público, pero estas empeoraron aún más la situación. Era necesario un cambio de modelo económico, que vendría de la mano de un nuevo presidente, Franklin Delano Roosevelt.