El hecho de que la mayoría de los alumnos con capacidad intelectual límite presenten también otro tipo de problemas adaptativos o de aprendizaje, ha provocado "el olvido" de esta problemática concreta en las últimas décadas. La atención se ha centrado en solventar los problemas que produce.
Las investigaciones han hecho hincapié en las dificultades de aprendizaje o en los diferentes trastornos de conducta como la desatención, la hiperactividad o la impulsividad. Por todo ello, podemos decir que la inteligencia límite no implica únicamente un Cociente Intelectual (CI) bajo o límite, sino que coexiste con otro tipo de dificultades importantes para adquirir una conducta adaptativa. En consecuencia, es necesaria una intervención específica para solventar este tipo de problemas.
Una posible aproximación a la detección y análisis de la inteligencia límite sería centrarse en detectar las diversas manifestaciones del trastorno de en tres aspectos:
- Inteligencia cognitiva: a través de la Medición del CI y del nivel competencia curricular.
- Inteligencia práctica: valorar el nivel en las actividades para la vida diaria y en el cuidado personal. Habrá que tener en cuenta aspectos como los hábitos de higiene y vestido, uso del transporte público, manejo y administración del dinero, organización y planificación del tiempo y de actividades, etc...
- Inteligencia social: tener en cuenta aspectos como su capacidad para dar y recibir información, hacer y recibir una crítica, hacer y recibir cumplidos, solucionar problemas...
Cada uno de estos aspectos tendrá un valor u otro en función de circunstancias personales como el contexto familiar y social, los apoyos educativos y la estimulación recibida.