Los niños que padecen TEL muestran desde el principio retraso y distorsión significativos del lenguaje. En los casos más graves, el problema puede persistir durante toda la vida, aunque los afectados también pueden experimentar durante su evolución variaciones, influidas o no por la intervención especializada.
Los niños con TEL pueden participar con normalidad en muchas actividades cotidianas. Esto puede provocar que su problema de expresión o de comunicación pase desapercibido. Por tanto, es muy importante tener claro cuáles son los signos o síntomas en los que se manifiesta este trastorno.
En seis minutos la Profesora Gina Conti-Ramsden nos explica qué son los trastornos específicos del lenguaje (TEL) y cómo se manifiestan en situaciones cotidianas.
El TEL se define como específico porque no es secundario a un déficit sensorial (por ejemplo, hipoacusia), neuromotor (disartria), cognitivo o socioemocional (discapacidad intelectual, trastorno generalizado del desarrollo u otros).
Los niños y niñas con TEL no desarrollan el lenguaje normal esperado para su edad e inteligencia.
Lo que hace característico a este trastorno es el inicio tardío en la adquisición del lenguaje (por ejemplo, poseer un vocabulario inferior a 50 palabras inteligibles o la ausencia de emisiones de dos palabras a los dos años) y la persistencia del mismo sin una causa aparente, aunque haya existido una adecuada estimulación o incluso apoyo especializado.
Durante la etapa escolar, es frecuente que el TEL dificulte el aprendizaje de la lectoescritura y de la expresión oral. También puede afectar a las relaciones interpersonales.
Desde el punto de vista estadístico, consideramos un retraso significativo cuando en los aspectos evaluados se obtienen puntuaciones iguales o inferiores a -1,25 desviaciones típicas en pruebas estandarizadas. No obstante, utilizar en exclusividad este criterio psicométrico puede inducir a error. Es necesario acudir a otros criterios diagnósticos y, en aquellos casos difíciles, a la reevaluación y vigilancia de la evolución de las dificultades.
Es importante conocer las dimensiones y procesos del lenguaje para realizar un diagnóstico más ajustado. El lenguaje es un código que nos permite conocer, representar la realidad y comunicarnos. Este sistema de signos incluye dos dimensiones principales: la formal (fonología, morfología y sintaxis) y la funcional (uso cognitivo o semántica y uso pragmático).
Dentro de las dos dimensiones del lenguaje distinguimos los procesos de comprensión (descodificación o recepción) y expresión (codificación). La presentación "Dimensión formal y la dimensión funcional de lenguaje" ayuda a comprender mejor las características y elementos de estas dos dimensiones.
El diagnóstico diferencial entre el TEL y el Retraso de Lenguaje (RL) plantea muchos problemas, especialmente por la falta de síntomas positivos seguros y específicos del TEL. El Trastorno del Lenguaje siempre implica un retraso en el inicio y desarrollo del lenguaje.
No obstante, existen algunas características evolutivas que permiten diferenciar un trastorno de otro.
Se puede plantear que existe una continuidad entre el TEL y algunos trastornos del aprendizaje del lenguaje escrito. Si el origen del TEL está en las dificultades para manejar secuencias de sonidos a la velocidad a la que se dan en el habla, es lógico suponer que estas dificultades se den también en el aprendizaje del lenguaje escrito.
Especialmente difíciles para el niño con TEL son las tareas de repetición de pseudopalabras (por ejemplo: galendrosen, calemargo, frontosperio,…), puesto que requieren hacer uso efectivo de la memoria fonológica de trabajo. Este aspecto suele estar alterado tanto en el alumnado con dificultades en el aprendizaje del lenguaje escrito como del que padece TEL.
Tampoco se han podido obtener límites precisos entre el TEL y el trastorno semántico-pragmático del lenguaje, que se da en algunas formas de Trastornos de Espectro Autista (TEA). En este sentido, la investigación ha demostrado cierta continuidad entre ambos trastornos y un desplazamiento de un porcentaje del alumnado diagnosticado inicialmente como TEL hacia el TEA.
También las relaciones sociales y las interacciones del alumnado con TEL se ven afectadas. Tienen menos contactos con los compañeros, dificultad para establecer relaciones de amistad y para ser elegidos como compañeros de trabajo. Frecuentemente forman parte de un grupo aparte con otros niños con dificultades y cuando establecen interacciones son poco duraderas.
Es preciso tener claras las dimensiones del lenguaje para comprender mejor los distintos subgrupos clínicos de TEL y así enfocar adecuadamente tanto la evaluación como la intervención.
Las etiquetas son recursos lingüísticos que usamos habitualmente para designar lo diferente, lo poco común, lo desconocido. Catalina Hernández, madre de una niña con TEL nos advierte de su peligro en un hermoso cuento, publicado en el blog "Bitácora de Andrómeda". La responsable de este contenido web es madre de un niño que padece este trastorno.
Esta narración, como la propia autora comenta, "es una historia basada en las vivencias personales no sólo mías, sino de diferentes familias con las que he ido hablando a lo largo de este camino". La incertidumbre inicial lleva a buscar información para conocer qué es exactamente el problema llamado TEL. Después, llega el momento de tomar decisiones y empezar a buscar medios y apoyos para que la niña supere el problema. Finalmente, y tras mucho trabajo e ilusión, los padres comprueban cómo su hijo comienza a superar el trastorno.
El mundo al que empuja el silencio
"Antes de señalar con tu dedo acusador y sentenciar a alguien a llevar una etiqueta que le marcará su vida, deberías saber que hay dificultades invisibles que sólo entienden quienes viven, y quienes conviven con ellas.
No juzgues si nunca te has puesto sus zapatos y has caminado por el mismo camino con las mismas desventajas.
(...) Lo único que estaba muy claro era que el pequeño con tres años no había pronunciado aún su primera palabra, y llenos de angustia consultaron tantas veces su preocupación, pero como respuesta siempre escuchaban, “no te preocupes, ya hablará” y su pregunta era ¿Cuándo? Sí, ¿cuándo sería aquel maravilloso día en el que al salir del colegio les cuente con entusiasmo las canciones y cuentos infantiles que tenían finales felices, y que le habían enseñado?, ¿Cuándo lo verían jugar con todos los niños en el parque y no verlo sentado solo, jugando a su lado? Sin embargo, lo que les da consuelo es que Luis siempre está sonriendo, es un niño cariñoso que les llena de abrazos y besos. A pesar de todo, era feliz y valiente."
("El mundo al que empuja el silencio". Catalina Hernández. Blog "La bitácora de Andrómeda")
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