Hasta los seis años, la intervención debe integrarse en los contextos escolares y comunicativos habituales, haciendo participar a la familia y a la escuela en coordinación con el logopeda. Un abordaje eficaz de los problemas del lenguaje del alumnado implica atender a tres áspectos:
1. En la familia, potenciar la interacción comunicativa con el hijo-a en múltiples contextos y acompañar el habla con gestos, onomatopeyas o dibujos.
2. Intervenir en pequeños grupos, ya sea en la escuela o en gabinete logopédico, mediante el uso de actividades variadas y juegos divertidos que estimulen el lenguaje en todos sus aspectos.
3. Intervenir específicamente según las dificultades detectadas en el alumno-a, según las distintas formas de TEL: aspectos fonológicos, léxicos, morfosintácticos y semánticos, así como la comunicación interpersonal y los aspectos cognitivos que pudieran estar afectados.
A partir de los 6 años, y durante la edad escolar, debe continuarse con la intervención específica y centrarse además en el aprendizaje de la lectoescritura. Se espera que el alumnado con TEL tenga alteraciones lectoescritoras en prácticamente todas las dimensiones afectadas a nivel oral, puesto que el nuevo código que debe aprender es, con algunas diferencias, una representación gráfica del desarrollo lingüístico adquirido. Es necesario potenciar los aspectos funcionales del lenguaje escrito mediante la realización de actividades donde la lectura y la escritura cumplan un fin con significado para el alumnado: escribir la lista de la compra, hacer listado de cosas para llevar a una excursión, escribir un cómic, etc.
Por otro lado, es importante incidir en el aspecto social del lenguaje. El alumnado con TEL puede ser más susceptible de recibir el olvido o incluso el rechazo de sus compañeros de clase, puesto que el hecho de no saber expresarse adecuadamente puede ser objeto de burla y de aislamiento social.