Las distintas distrofias musculares varían en cuanto a los síntomas y a quiénes son afectados. Sus síntomas son producidos por un grupo de enfermedades de las que se originan los diversos tipos existentes (de Duchenne, facioescapulohumeral o de Landouzy-Dejerine, distal, miotónica, del anillo óseo, oculofaríngea, de Becker, congénita, de Emery-Dreifuss...).
Dependiendo del tipo de distrofia de la que hablemos, la enfermedad se presentará a una determinada edad, con unos síntomas específicos, con unos músculos concretos afectados y con diferente rapidez de progresión. Algunas formas aparecen en la infancia o la niñez. Otras, sin embargo, no lo hacen hasta que se alcanza la mediana edad o incluso más adelante.
Estas patologías no conllevan ningún tipo de trastorno asociado. Se manifiestan sólo en forma de síntomas, que se irán originando por la evolución de la enfermedad. Por ello, es importante prevenir y minimizar sus efectos.