Como decíamos anteriormente, el cine ha encontrado un filón creativo en los trastornos del espectro autista. El cine de animación también ha interpretado esta realidad. Basada en una historia real, Mary y Max es una curiosa animación australiana realizada en la tradicional técnica del stop motion y con personajes de pasta sumamente expresivos, cómicos e inquietantes. Nos cuenta la historia de una amistad muy singular entre dos seres antagónicos pero que comparten los mismos sentimientos de tristeza y soledad.
Mary es una niña regordeta de ocho años que vive en Melbourne Australia. Ella se siente muy sola y para aplacar este sentimiento se le ocurre tener un amigo por correspondencia eligiendo una persona al azar en la guía telefónica. El afortunado es Max Horovitz, un hombre adulto y obeso que vive en Nueva York y padece el síndrome de Asperger por lo que se aísla de las personas. A pesar de la gran diferencia de edad, ambos se sienten identificados en una cosa: no tienen amigos y necesitan alguien en quien confiar.
A estos singulares personajes les ponen voz artistas famosos como Philip Seymour, Toni Collette, Eric Bana, Renée Geyer y muchos otros más. Mary y Max ya ha sido vista en innumerables festivales y certámenes como Festival de Sundance, Tokio, Berlín.... donde recibió excelentes críticas y fue presentada recientemente en el Festival de Sitges.