Felipe III era hijo de Felipe II y su cuarta mujer, Ana de Austria. El interés del monarca sobre los asuntos de Estado era escaso por lo que delegó poder a los llamados validos o personas de confianza, principalmente nobles, a quienes encomendaron tareas del gobierno. Los validos llegaron a tomar decisiones políticas importantes y tener mucho poder. El primero y más famoso de todos fue el Duque de Lerma.

El hecho más relevante del reinado de Felipe III fue la expulsión de los moriscos en 1609. Se denominaba así a los musulmanes convertidos forzosamente al cristianismo durante el reinado de los Reyes Católicos. Dado que su integración en la sociedad española se había hecho muy difícil, fueron expulsados principalmente por motivos religiosos.

Respecto a la política exterior, Felipe III firmó la paz con los Países Bajos, mediante la Tregua de los Doce Años (1609-1621) que ponía fin a la guerra de Flandes.

A Felipe III le sucedió su hijo Felipe IV , fruto de su matrimonio con Margarita de Austria, el cual subió al trono con tan sólo 16 años. Al igual que su padre tenía poco interés en cuestiones políticas y de gobierno, por lo que delegó el poder en un valido, el Conde-Duque de Olivares. Durante su reinado tuvo lugar la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) que finalmente perdimos, firmando la  Paz de Westfalia en 1648.

Esta guerra hizo que el país se empobreciera y como consecuencia el Conde-Duque de Olivares subió los impuestos y este hecho fue el origen de levantamientos en Cataluña, Andalucía y Portugal, revueltas sofocadas en 1640. Debido a esta situación política el valido fue destituido.

A pesar de la desastrosa situación del país, a nivel cultural fue un periodo muy productivo, llegando a ser denominado «Siglo de Oro» de la cultura española, con figuras como el pintor Velázquez, el dramaturgo Lope de Vega o el poeta Quevedo.