La vida en la retaguardia
Poco después de la sublevación militar, España quedó dividida en dos zonas: la controlada por los golpistas y la que permaneció bajo control republicano. En los primeros meses de la guerra sucedieron violentas represalias en ambos bandos. Los fatídicos "paseos" (detener a alguien sin garantías legales y fusilarlo) no solo sirvieron para depurar a los rivales políticos y militares en los primeros compases de la guerra, sino también para llevar a cabo venganzas personales, muchas veces sin motivos políticos. Además, en muchas localidades la población civil sufrió los estragos de los bombardeos aéreos.

Zona republicana
En septiembre de 1936 se configuró un nuevo gobierno que incluyó, por primera vez en la historia, a los anarquistas. Un sector importante del anarquismo español estaba convencido de que la guerra era la oportunidad para realizar la revolución social, que se inició mediante colectivizaciones forzosas de tierras y empresas. También tuvieron lugar múltiples episodios anticlericales, con la quema y asalto de iglesias y la persecución de sacerdotes y monjas.
Sin embargo, la prioridad del gobierno republicano era ganar la guerra primero y acometer las reformas después. Las tensiones entre diversas corrientes ideológicas estallaron en mayo de 1937 en Barcelona. Comunistas contra comunistas, comunistas contra anarquistas lucharon en una "guerra civil dentro de la guerra civil". El gobierno puso fin a la violencia en su territorio y el Partido Comunista salió como la fuerza política más fortalecida.
Zona franquista
Unas de las primeras medidas de Franco como Generalísimo fue declarar a España como un "estado en guerra", anulando las leyes y libertades constitucionales. El general concentró en su mano todos los poderes. Además, la Iglesia católica empezó a ejercer una fuerte influencia en las decisiones del bando franquista. En 1937 unificó los principales movimientos políticos que apoyaban en golpe en un partido único que se llamó Falange Española Tradicionalista y de las JONS. Desde el principio, el bando rebelde ejerció una represión sistemática contra cualquier oposición, sobre todo dirigida a socialistas, anarquistas, comunistas y sindicalistas.