No quiero más dramas en mi vida
En el teatro, como en la vida, lo cómico y lo trágico, esto es, las alegrías y las tristezas conviven. Por eso, el drama puede ser cualquier representación que tenga como objetivo el reflejo de la vida.
De hecho, la palabra drama funciona como sinónimo de teatro porque con las dos nos referimos a obras para la representación. Durante mucho tiempo, a estas historias trágicas que se alivian con elementos cómicos se les llamó tragicomedias como, por ejemplo, La Celestina, de Fernando de Rojas, que se titulaba Tragicomedia de Calisto y Melibea.
En los Siglos de Oro, era el género que más triunfaba con autores como Lope de Vega (Fuenteovejuna), Tirso de Molina (El burlador de Sevilla) o Calderón de la Barca (La vida es sueño).
El objetivo del drama es que el espectador se sienta reflejado y, por tanto, identificado con los personajes que son tan parecidos a él y reflexione sobre sus peripecias. Se parece a la tragedia porque el tono general es serio y el protagonista persigue un ideal. A pesar de que a veces puede terminar con la muerte del protagonista, el drama no alcanza la intensidad de la tragedia. Por su parte, se parece a la comedia en que los personajes pueden ser de distintas clases sociales y los temas son cotidianos si bien el conflicto del personaje suele ser más serio que en la comedia y se representan valores morales importantes. Aunque el final puede ser feliz, se trata más de un desenlace que implica el triunfo moral del protagonista, es decir, el protagonista sale transformado con los acontecimientos que se representan.
Muchos autores han cultivado el subgénero teatral del drama tanto en España como en otros países. Destacan, por su relevancia e influencia posterior, el noruego Ibsen (Casa de muñecas) y el ruso Chéjov (La gaviota). En el drama español, tenemos que nombrar a Moratín que, en el siglo XVIII, usó el teatro para enseñar buenas costumbres y criticar las malas en su obra El sí de las niñas. Ya en el siglo XX dramaturgos como Antonio Buero Vallejo (La fundación), Alejandro Casona (Los árboles mueren de pie) o Francisco Nieva (La señora tártara) son los que dan continuidad al género. En la actualidad, probablemente sea el género más prolífico aunque buena parte del público prefiere asistir a representaciones de comedia. Algunos nombres de autores actuales son Juan Mayorga, Nando López, Itziar Pascual, Guillem Clúa, Irma Correa, Marta Buchaca, Paco Gámez, Laila Ripoll o Lucía Miranda. Cabe destacar el drama Jauría que Jordi Casanovas hizo basándose en el juicio realizado a «La Manada». Se trata de una obra incómoda porque pone en relieve aspectos miserables del ser humano y que están muy apegados a la sociedad actual.