Para la evaluación es necesario adoptar una perspectiva funcional y comprensiva de la situación. Es necesario centrarnos en las dificultades, en los excesos cometidos por la persona. Habrá que analizar la naturaleza de estos problemas con la finalidad de seleccionar las estrategias más adecuadas para la intervención.
Para llevar a cabo la evaluación hay que usar distintas técnicas. Entre ellas, la entrevista semi-estructurada, las técnicas sociométricas (a partir de las cuales el grupo de compañeros y compañeras informan sobre la popularidad, simpatía, aceptación, rechazo y competencia social), las escalas de estimación e inventarios de conducta (cumplimentadas por padres y profesores), la observación directa del comportamiento en distintos contextos, así como otros procedimientos de evaluación centrados en el alumno (cuestionarios de personalidad, de autoestima, de ansiedad, de estilo cognitivo, de control de impulsos, etc.).
En el proceso de la evaluación funcional de los TGC, la observación del comportamiento del niño o niña en los contextos naturales es fundamental. Permite conocer objetivamente las variaciones en la expresión de los síntomas ante las diferentes actividades que desarrolla en el aula o en el hogar. Por otro lado, es útil de cara a planificar los cambios previstos y las modificaciones necesarias en las interacciones con padres, profesorado y compañeros.