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¿Qué hacer y cómo actuar?

Una labor compartida

Una intervención eficaz implica la participación y coordinación de todos los implicados en el proceso educativo del niño.

Distintos niveles, distintos papeles

La intervención debe incluir no solo distintas personas sino también ser abordada en los diferentes ámbitos y contextos en los que se desarrolla la vida del niño.

Es muy interesante la propuesta realizada por García y otros (2012). Estos autores afirman que el uso de programas y protocolos de intervención ayuda a asignar el papel que debe cumplir cada agente y, nos permitirá evaluar el progreso del alumnado así como identificar la necesidad de modificaciones en los distintos contextos. Así, consideran que hay que intervenir en tres niveles: familiar, centro, aula y alumno.

El objetivo con la familia será introducir cambios que mejoren su coherencia y habilidades educativas, la comunicación entre sus miembros, la potenciación de las conductas adaptadas y la reducción de las desadaptadas.

En algunas ocasiones, las conductas manifiestas de los niños o jóvenes obedecen a causas de tipo emocional. El abandono, los malos tratos, la falta de figuras de vinculación, las separaciones y otros pueden estar en el origen de la conducta disruptiva siendo su causa principal o acompañando a otros factores de riesgo.

Para profundizar en estos aspectos se aconseja trabajar el vínculo afectivo con los hijos. El vídeo "Problemas de conducta infantil" muestra algunos de los problemas derivados de una conducta infantil inadecuada.

 

Objetivos en el centro educativo

La intervención con el alumno se centrará en aumentar sus habilidades para identificar y reconocer sus dificultades y problemas, mejorar sus habilidades de autorregulación y comunicación, prevenir la violencia, promocionar estrategias adecuadas de resolución de problemas, desarrollar un autoconcepto positivo, mejorar la competencia social y escolar e incrementar la tolerancia y el respeto a la diversidad mediante el desarrollo de programas específicos.

Trabajando en el aula

En el centro educativo la intervención se dirigirá a incrementar las habilidades de relación del profesorado con sus alumnos, a mejorar la gestión de sus aulas y a aumentar el conocimiento y práctica en la identificación y manejo de los problemas de conducta, tanto de manera individual como en la clase.

Por tanto, desde este enfoque contextual-ecológico, la intervención ante los TGC implica no utilizar aulas específicas, puesto que de lo que se trata es educar socialmente al alumno en su entorno más cotidiano y, procurar que controle sus conductas mediante la modificación del contexto. Estas actuaciones sobre el contexto y el trabajo directo con el alumnado son los dos pilares fundamentales para conseguir modificaciones reales en su adaptación social.

A nivel de aula, implica que el profesorado tenga la formación e implicación suficiente para saber qué hacer cuando se den las conductas problemáticas y manejar adecuadamente las técnicas para disminuir las conductas desadaptadas y aumentar las deseables. Es necesario valorar si el alumno necesita o no adaptaciones curriculares individuales e implementar las mismas en un contexto de participación con el resto de compañeros. En este sentido, las actividades colaborativas son una estrategia de primera mano para facilitar la interacción y socialización positiva del alumnado con TGC.  

Teoría y práctica

En el ámbito educativo la teoría y la práctica se necesitan y se justifican mutuamente. Sin embargo, con frecuencia se ignoran la una a la otra. No obstante, muchos recursos educativos ofrecen una perfecta mezcla de ambas.

Convivencia escolar y prevención de la violencia es un recurso que aporta estudios, documentos audiovisuales y experiencias concretas acerca de la convivencia escolar y sobre las estrategias esenciales sobre cómo prevenir la violencia y la exclusión social.

Por su parte, Autonomía personal y relaciones interprersonales es una unidad didáctica que forma parte de los materiales curriculares iinteractivos creados por la Consejería de Educación de la Junta de Extremadura "Educación para la ciudadanía MCI 2007". 

Una de las consecuencias de la incapacidad de resolver los conflictos cotidianos en el aula tiene como consecuencia un problema creciente entre los profesionales: el síndrome del profesor quemado.

El programa titulado Profesores quemados nos plantea como, actualmente, conceptos muy básicos relacionados con la educación de los niños como la solidaridad, el trabajo colaborativo, el aprendizaje compartido, la autoridad ... se diluyen entre la convulsa actividad diaria de muchos centros educativos. Pero ¿qué podemos hacer para resolverlo?

Trabajando fuera del aula

En los lugares comunes del centro (recreo, pasillos, comedor, actividades complementarias, etc.), el seguimiento ocular del alumno y la planificación de actividades grupales constituyen una adecuada línea de control. La participación del alumnado con TGC en actividades extraescolares es una buena oportunidad que permite generalizar estrategias puestas en prácticas durante el periodo escolar.

A pesar de que el alumno debe permanecer en su aula de referencia los periodos que se determinen en su programa de intervención, también se plantea la utilización de un tiempo fuera del aula con las siguientes orientaciones:

  • Ser flexibles respecto al tiempo que el alumno está fuera y a los objetivos que se persiguen: facilitar aprendizajes escolares, permitir el desarrollo de la capacidad de autocontrol, promover el desarrollo de habilidades relativas a la interacción social, etc.
  • Combinar los “tiempos-fuera” con otras actividades del centro y del aula en los contextos ordinarios. Sobre todo en aquellos momentos donde se estime que las posibilidades de socialización y de conducta adaptada sean más exitosas (gimnasio, taller de actividades artísticas, música, actividades deportivas, etc.).

Un coordinador para garantizar la eficacia

Puesto que el proceso de intervención implica la actuación simultánea de diferentes agentes (profesorado, familia, servicios de orientación, etc.) es necesaria la figura de un coordinador-a que garantice la eficacia del trabajo. Este profesional de referencia debe tener un nivel de formación y de motivación adecuado para asumir diferentes tareas: respuesta específica a las necesidades educativas, coordinación con familias, profesorado, servicios de orientación, equipo directivo, evaluación del progreso del alumnado, realizar propuestas en el programa de intervención, etc.

Técnicas para la intervención con el alumnado

La implementación de uno o varios de estos programas nos permite disponer de manera sencilla de los materiales y del procedimiento a seguir. Sin embargo, también es necesario que padres y profesores conozcan algunas técnicas cognitivo-conductuales que podrán aplicar conjuntamente con los programas. Se describen algunas de las más usuales y las hemos dividido en tres grupos: técnicas para mantener e incrementar conductas deseadas, técnicas para disminuir o eliminar conductas no deseadas y técnicas cognitivas.

a) Técnicas para mantener e incrementar conductas deseadas.

b) Técnicas para extinguir o disminuir conductas no deseadas.

c) Técnicas cognitivas.

Muchas veces se presupone que los problemas de conducta del niño son producto del estilo educativo de los padres, Es importante señalar, no obstante, que los trastornos de conducta no pueden atribuirse simplemente a pautas de crianza inadecuadas.

No todo niño o niña con una conducta inapropiada tiene un trastorno de conducta. El incumplimiento de normas, la agresividad o la rebeldía, son aspectos de la vida sin una connotación patológica en sí mismos. El vídeo del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO) nos presenta este trastorno y trata de aportar ideas y recomendaciones sobre cómo actuar.

Orientación a las familias

El asesoramiento y la intervención con familias también forma parte tanto de la actuación del profesorado como de los servicios de orientación existentes en el sistema educativo. Todo ello con vista a promover la prevención, la comunicación y hacer más eficaz la intervención ante los problemas de conducta del alumnado. En este sentido es necesario tener en cuenta que el asesoramiento a las familias debe partir de algunas premisas importantes:

  • La familia actúa de la mejor manera que sabe.
  • Confiar en la familia para contribuir en la solución del problema.
  • Tener en cuenta el contexto familiar a la hora de interpretar las conductas no deseadas.
  • Valorar más los esfuerzos que hace la familia que los resultados obtenidos.
  • También es necesario considerar que una adecuada relación y comunicación entre padres y educadores facilita la solución de los problemas, y en este sentido es necesario conseguir un clima propicio de colaboración.

Alfonso es un joven que ha convertido la vida de su familia en un infierno. Su trastorno de comportamiento ha afectado a toda su familia, provocando incluso la ruptura entre alguno de sus miembros. Él mismo reconoce que gran parte del origen de sus problemas está en que sus padres fueron excesivamente permisivos, debido a la enfermedad renal que padece.

El programa Hermano mayor presenta casos de jóvenes conflictivos y cuyos padres se ven incapaces de intervenir con sus hijos para controlar su comportamiento. A pesar de que los orígenes de los problemas y sus soluciones son muy diferentes, el conductor del programa insiste una y otra vez en una misma idea: "los padres deben inculcar a partes iguales cariño y disciplina".

Recursos para padres y profesores

La coordinación es una herramienta de primer orden en el momento de trabajar los trastornos de conducta. El blog Padres, escuela y trastornos de conducta tiene como objetivo mejorar la comunicación entre familias y profesorado para tratar de forma colaborativa los trastornos de conducta.

En el blog de Familia y cole también encontramos una entrada que, bajo el título Tutoría con familias sobre problemas de conducta, da algunas pautas a los maestros y profesionales de la educación de cómo abordar la tarea de orientar y trabajar con las familias el problema de un comportamiento inadecuado. La entrada titulada Problemas de conducta: recopilación de entradas recoge un variado repertorio de materiales para guiar el trabajo de familias y profesionales.

Diagnóstico y tratamiento de los TGC

Los trastornos de conducta conforman un conglomerado de síntomas que van desde la desobediencia, el insulto verbal, con menosprecio de las personas, a manifestaciones de agresividad física extrema. Se ha comentado ya como interactúan entre si los distintos factores, internos y externos, y cómo son decisivos en la génesis y el desarrollo de esta patología.

Los pediatras son profesionales que tienen una importancia capital a la hora de la detección precoz del trastorno grave de conducta. Según los datos y experiencias aportados por los centros de salud, el trastorno grave de conducta afecta a un número creciente de familias. Una de las causas apuntadas para el aumento de este problema entre los niños es la ausencia de sus padres, que influye directamente en su comportamiento.

Diagnóstico y tratamiento de los TGC

Recientemente se celebró el XXVI Congreso Nacional de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP). Durante el encuentro, los pediatras analizaron los principales problemas que afectaban a las familias.

Señalaron que cada vez más familias se ven afectadas por trastornos de conducta en sus hijos y que la ausencia de los padres influía directamente en su comportamiento. También señalaron que muchos de los niños con Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) sufren otro trastorno asociado a su comportamiento.

(El bebé. (2013) Diagnóstico y tratamiento de los TGC. El Bebé)

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