El artículo de opinición: introducción al comentario de texto
Localización del texto y su tipología
Localización del texto
Los artículos de opinión se inscriben, de acuerdo con su ámbito de uso, dentro de los textos periodísticos y se caracterizan por que van firmados por un escritor o periodista conocido. En ellos el autor expresa su punto de vista sobre un suceso o acontecimiento de la actualidad informativa, por lo que suelen ser textos expositivo-argumentativos cuyo propósito es persuadir o convencer al mayor número de personas; por ello, se puede señalar que poseen un propósito divulgativo. Para conseguirlo utilizan una sintaxis elaborada y un registro estándar.
Podemos reconocer algunos rasgos de subjetividad en el empleo de la primera persona, en verbos: me pregunto, supongo...; en pronombres y determinantes posesivos: nosotros, nos, nuestros..., o en la presencia de adjetivos valorativos como alucinantes, horribles...
Lee el siguiente fragmento, extraído de un artículo de opinión titulado “Spielberg llora por nosotros”, escrito por la periodista Lucía Méndez y publicado en el diario El Mundo en enero del 2018:
Hay tentaciones en las que no se puede dejar de caer. Tentaciones entrañables, cálidas y encantadoras que hay que degustar como se merecen. Steven Spielbergnos ha puesto a los desasosegados y molidos periodistas un delicioso bombón al alcance de la lengua con sabor y olor de paraíso perdido. Cómo resistirse a escribir de este trozo de esplendor en la hierba y de gloria en las flores. Los archivos del Pentágono es como una flor en un estercolero. Una película que da muchas ganas de llorar. De hecho, yo lloré hacia dentro durante los 116 minutos que estuve sentada en la butaca. Y una semana después, todavía sigo llorando.
Podemos afirmar que se trata de un artículo de opinión, en el que la autora expresa su punto de vista sobre una película que ha visto, en el momento enque aparece en el periódicoEl Mundo. Lasubjetividad la apreciamos a través de la utilización de adjetivos valorativos como entrañables, cálidas (l. 1) o delicioso (l. 3); también a partir de la presencia de la primera persona en los pronombres y verbos: nos (l. 2), yo lloré (l. 7), etc.
Una vez que lo hemos localizado, debemos pasar a continuación a hablar de la tipología textual.
Tipo de texto
Como queda recogido en el apartado anterior, los artículos de opinión pertenecen al ámbito de uso de los textos periodísticos. En concreto, se adscriben dentro de los géneros subjetivos o de opinión y, finalmente, en cuanto a la tipología textual, son textos argumentativos. En recursos anteriores ("Los géneros periodísticos subjetivos en la prensa escrita" y "El lenguaje de los medios de comunicación" de este mismo itinerario) encontrarás más información, de carácter más específico, sobre los artículos de opinión.
Como ya vimos en el recurso "Los géneros periodísticos subjetivos en la radio y la televisión", en el apartado del debate, a propósito de los textos argumentativos, estos tienen como finalidad expresar opiniones con la intención de persuadir a su receptor. La intención puede ser, o bien demostrar una idea (o tesis), o bien contraargumentar o refutar una idea contraria presentada por otra persona.
En los artículos de opinión es frecuente que aparezca también la exposición, por lo que, en propiedad, solemos encontrarnos con textos expositivo-argumentativos, aunque también pueden aparecer secuencias narrativas o descriptivas.En la parte expositiva, se muestra la realidad de la que se quiere hablar (función representativa o referencial), mientras que en la parte argumentativa se defiende la postura del autor (función emotiva o expresiva). Generalmente el autor suele intentar modificar la forma de pensar del receptor o modificar su conducta (función conativa o apelativa); asimismo, y por último, el autor suele presentar una intención estética, de comunicar belleza formal en su texto (función poética o estética). Como vemos, en este tipo de textos, la mayor parte de las funciones del lenguaje está muy presentes.
En conclusión, estos textos están formados por una tesis, o idea central que el emisor pretende defender, y una serie de argumentos o contraargumentos con los que el autor defiende su tesis. Recuerda que, en el recurso anterior, abordamos los distintos tipos de argumentos; a través de esta infografía te recordamos algunos de los principales.
Mira el siguiente ejemplo, un fragmento de un artículo de opinión, publicado por Rosa Montero en El País:
Leer
Los editores acaban de lanzar una campaña para fomentar la lectura. Hacen bien: al parecer, en este país sólo lee a diario un 18% de la población, mientras que todos los días se aceporran con la televisión el 84%. Y casi la mitad de los españoles mayores de 18 años jamás leen nada. Me pregunto sinceramente cómo se las arreglan para sobrevivir: sin los libros, la existencia se me antoja mucho más gris y más mezquina. Éste es un artículo apasionado. Una carta de amor a la literatura. Las novelas son como los sueños de la Humanidad: ponen palabras a lo que no tiene nombre, dan forma a ese rugiente magma que nos habita. No hay ningún libro, ningún autor imprescindible. Si Shakespeare, si Cervantes no hubieran existido, el devenir del mundo hubiera sido probablemente idéntico. Pero los libros, en su conjunto, sí son imprescindibles. Si se les impide soñar, las personas enloquecen: está comprobado. De la misma manera, sin novelas, la Humanidad sería mucho más triste y más enferma.
Hay algo sustancial que nos une, a la narrativa. [...] Pero no quiero ponerme trascendente: lo que sí sé es que las novelas me han dado muchas vidas. He visitado cientos de mundos, he sido dama victoriana, rey medieval y bucanero. He conocido el odio y el amor, la aventura y el vértigo. Todos tenemos un libro que nos espera, de la misma manera que a todos nos aguarda un amor en algún sitio: la cosa es descubrirlo. Los que no disfrutan con la lectura son aquellos que no han encontrado aún ese libro, esa obra que les atraparía y les dejaría temblorosos y exhaustos, como siempre dejan las grandes pasiones. Lo siento por ellos.
Rosa Montero: El País (1993)
Podemos deducir que nos encontramos ante un texto periodístico ya que está publicado en un periódico (El País) y, concretamente, se trata de un artículo de opinión, ya que que la autora, que lo firma, expresa a través de él su punto de vista sobre las bondades de leer libros. Por tanto, estamos ante un texto expositivo-argumentativo, puesto que, por un lado, se aportan datos objetivos y reales:solo 18% de la población lee (línea 1), se aceporran con la televisión el 84% (línea 2), por lo que destaca la función referencial o representativa; pero, junto con esta función, también podemos hablar de la presencia de la función emotiva o expresiva, ya que la autora, al expresar su opinión, introduce subjetividad en el texto. La apreciamos en el empleo de la primera persona: he visitado, he sido (líneas 8 y 9), lo siento por ellos (línea 11) o el "nosotros" con el cual nos incluye (hay algo sustancia que nos une, línea 8), así como enel uso de verbos de opinión, tales como vemos en la línea 2, o mepregunto en la línea 3. Junto con estas dos funciones, cabe mencionar también la función poética, presente en el empleo frecuente de la personificación del libro, como en todos tenemos un libro que nos espera (línea 0) o en la metáfora ese rugiente magma que nos habita (línea 5). Finalmente, podemos afirmar que, al tratarse de un texto argumentativo, presenta una introducción (líneas 1 y 2); un desarrollo, en el que se incluyen los argumentos y que comprende desde la línea 3 hasta la línea 9, y una conclusión, que abarca hasta el final y en la que localizamos la tesis del texto: los que no disfrutan con la lectura, son aquellos que aún no han encontrado aún ese libro (línea 11).
¿Ordenamos?
Ordena el siguiente texto periodístico (de Ernest Folch en El Periódico, "El dios de la seguridad), localizando la introducción, el cuerpo de la argumentación y la conclusión.
Calles desiertas, escuelas cerradas, la liga de fútbol suspendida y el metro desierto. Un siniestro aviso advirtiendo que la gente no se asome a las ventanas. Y el Ejército patrullando en pleno centro de la capital de Europa. Esta pesadilla posmoderna no es el fruto de la imaginación de ningún escritor sino la foto exacta de Bruselas estos últimos tres días.
Parece casi un sarcasmo que las medidas que hubieran sido efectivas antes del ataque se tomen justamente después, cuando ya es tarde y altamente improbable que hayan servido para algo más que para justificar el poder que las ordena. La hiperteatralidad militar tiene la justificación perfecta, puesto que es indemostrable, es decir, que ha evitado un atentado, y así no se discute si es o no es procedente. Cierto, nadie duda que la policía debe cazar a los asesinos, y si puede ser evitar que crucen los controles ante sus narices, pero este estado de excepción que se levantó, por cierto sin resultado concreto, es una deriva escabrosa que no sabemos adónde nos lleva.
Todo esto siguiendo la siniestra estela del 11-S, se hace en nombre del nuevo dios, el de la seguridad, al que ofrecemos en el altar del sacrificio todas nuestras libertades. Es curioso que esta pesadilla orwelliana que pronto se franquiciará en otros países se ensaye en Bélgica, un Estado semifallido institucionalmente que a penas logra gobernarse a sí mismo en su inestabilidad habitual entre los partidos valones y flamencos. En la Europa de las libertades en la que ya nadie nos pregunta si queremos ir a la guerra no parece probable que nadie nos vaya a preguntar si queremos el estado de sitio. Pero lo más inquietante no son las medidas impuestas en nombre de la seguridad sino la resignación con la que unos millones de europeos parecen aceptar esa súbita parálisis de sus vidas.
¿Estado de excepción o muerte? Así parece ser la perversa elección binaria que se nos plantea, como si no hubiera camino intermedio. Quizá seamos ya minoría, pero muchos ciudadanos preferiríamos algo más de riesgo a cambio de mucha más libertad. Más que nada porque los que dicen defender nuestra seguridad aquí son los que han generado el caos allá. Sí, el remedio es a veces peor que la enfermedad.
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