Definición
Fue precisamente la oralidad de los cantares de gesta lo que provocó que muchos de ellos se perdieran. Las palabras se las lleva el viento y los cantares se crearon para ser contados y cantados de forma oral. Los primeros de los que tenemos conocimiento datan del s XII. Se trata de obras épicas o narrativas, explicadas en lengua romance y creadas en verso, que cuentan las hazañas y aventuras de héroes. Los personajes solían ser históricos, es decir, reales, de la misma manera que lo eran los lugares en los que se desarrollaba la acción, lo que convertía estas historias en verosímiles y realistas para los espectadores.
Las intenciones de estas obras eran:
- Deleitar y divertir al público a cambio de dinero o comida: los juglares se encargaban de convertir esos momentos en un espectáculo.
- Dar a conocer los hechos acontecidos en la época: en ocasiones las gestas eran protagonizadas por personajes coetáneos de los espectadores y se narraban hechos de interés general que habían pasado cerca o no tan cerca de los que en ese momento escuchaban la narración. Por ejemplo, eran habituales las historias relacionadas con la Reconquista.
- Enaltecer valores como la honra, la valentía, la monarquía o la cristiandad: aunque a veces los personajes no eran contemporáneos al público, sí seguía siendo esencial el espíritu que transmitía, como espejo en el que el pueblo y la nobleza debía mirarse.
Los cantares de gesta (PDF descargable).
Cerca de la lírica
Aunque consideramos narraciones a los cantares de gesta porque nos cuentan historias, se acercan de algún modo al género lírico y eso es porque comparte con él alguno de sus recursos.
Realmente, se trata de una cuestión práctica: los cantares de gesta son recitados de pueblo en pueblo por los juglares, que van contando a unos y a otros las gestas de personajes reales de quienes pretenden ensalzar su imagen. Imaginemos lo difícil que debía resultar para esas personas, muchas de ellas analfabetas, memorizar largas historias sin escribir ni leer una sola letra. La rima y el ritmo que proporciona este formato eran dos de los trucos que les ayudaban a memorizar, por el mismo motivo que nosotros aprendemos más fácilmente una canción que la lista de preposiciones.
Otra de las estrategias para memorizar y no olvidarse del texto durante la puesta en escena eran las fórmulas fijas, basadas en recursos literarios como el epíteto. Se trataba de construcciones, normalmente asociadas a algún personaje, que se iban repitiendo a lo largo del poema. Entre las más conocidas están epítetos épicos como por ejemplo, “el que en buena hora nació”, “el que en buena hora ciñó espada”. Muchos fragmentos se repetían en diferentes cantares, por ejemplo los referentes a batallas; los juglares eran muy propensos a la improvisación y a salir de apuros a gracias a recursos como estos.
Estos poemas, además, eran irregulares, es decir, los versos que los componían no tenían la misma medida, algo que diferenciaba a los cantares de gesta de otras creaciones coetáneas cultas, como las que elaboraban los clérigos (mester de clerecía). Además, se trataba de versos largos, entre 10 y 16 sílabas, con una pausa en medio a la que llamamos cesura que dividía el poema en dos hemistiquios. La rima, por cierto, era asonante en todos los versos (monorrima). Aunque pueda parecer que estos versos tan largos dificultaban su memorización, servían precisamente para facilitarles la improvisación e ir colocando aquellas fórmulas cuando, por ejemplo, se olvidaban de lo que tocaba recitar.
Cerca del teatro
Aunque no podemos decir que en la Edad Media, periodo en el que se desarrolla este tipo de literatura, exista el teatro tal y como lo entendemos ahora, sí es cierto que los cantares de gesta guardan cierta relación con ese género, ya que, como hemos dicho, eran historias que los juglares declamaban frente a un público y que eran creadas para ser explicadas, no leídas.
Este público, a veces era la gente del pueblo y otras, personajes nobles de la corte, porque los juglares actuaban tanto en plazas, posadas y tabernas, como en castillos. Ir a ver a un juglar, no obstante, no era solo sentarse a escuchar historias de héroes, se trataba más bien de ser partícipes de todo un espectáculo. De origen generalmente humilde, los juglares y las juglaresas eran cómicos ambulantes que, además de saber recitar, dominaban los malabares, tocaban instrumentos, cantaban e incluso, en ocasiones, iban acompañados de animales que formaban parte de su representación.
Por cierto, el mester de juglaría no es otra cosa que el oficio y el conjunto de obras creadas y recitadas por los juglares y se contrapone por su forma e intención con el mester de clerecía, oficio y conjunto de obras creadas por los clérigos. Además, como también sucede ahora con el cine o con los conciertos de música, había juglares y juglaresas muy conocidos y famosos a lo largo y ancho del país. Cuando llegaban a las ciudades y pueblos, el público se congregaba a su alrededor para escuchar sus historias e incluso otros juglares iban a verlos para aprendérselas de memoria.
El Cantar del Mío Cid
Teniendo en cuenta lo explicado hasta el momento, ¿por qué decimos que los cantares de gesta son narraciones? El Cantar del Mío Cid es uno de los pocos que han llegado hasta nuestros días y, además, lo conservamos casi completo. En él nos detendremos para explicar por qué este tipo de textos se incluyen en el género narrativo.
Sin contar los versos de las primeras hojas, que se perdieron y no están en el manuscrito a través del que nos llegó, el Cantar del Mío Cid está compuesto por más de 3.700 versos. Entre todas esas palabras que lo conforman encontramos todos los elementos que son propios de la narración:
- Autor: es importante destacar que el autor de esta obra es desconocido, algo que sucede en las creaciones orales, dado que su nombre no queda registrado en ningún sitio. Se dice, además, que los poemas épicos eran creaciones populares y colectivas, ya que iban pasando de boca en boca e iban cambiando y transformándose continuamente.
- Acción: construida a partir de una estructura clásica (planteamiento, nudo y desenlace):
- El cantar del destierro: los hechos del cantar de Mio Cid parten del destierro injusto del protagonista, Rodrigo Díaz de Vivar, que es expulsado por el rey de Castilla. A partir de ese momento comenzará un periplo de aventuras y batallas con las que el Cid pretende recuperar la honra perdida.
- El cantar de las bodas: tras conquistar Valencia, el rey no solo restaura la honra del protagonista sino que, además, permite que Sol y Elvira, hijas del Campeador, se casen con los infantes de Carrión. Rodrigo y sus hombres los ridiculizan y ponen en evidencia su cobardía, lo que hará que los infantes deseen venganza.
- La afrenta de Corpes: los infantes de Carrión se vengan del Cid maltratando a sus propias esposas, pero el Cid clama justicia y el rey no solo los castiga, sino que de nuevo devuelve su honra al Cid emparentándolo con la realeza.
- Narrador: se trata de un narrador omnisciente que lo sabe todo acerca de los personajes.
- Personajes:
- Principales: Rodrigo Díaz de Vivar y los infantes de Carrión, entre otros.
- Secundarios: sus hombres de confianza, el rey, su mujer e hijas.
- Figurantes: los musulmanes con los que se encuentra.
- Tiempo: el periodo de la Reconquista
- Espacio: las diferentes tierras de la península por las que pasa el Cid con su ejército, entre las que se encuentran Castilla, Aragón y la Comunidad Valenciana.
DEFINICIÓN:
- Obra épica y narrativa.
- Lengua romance.
- Escritos en verso.
- Cuenta hazañas de héroes.
- Realismo y verosimilitud.
- Espacios reconocibles.
- Oralidad.
FORMA:
- Versos de 10 a 16 sílabas.
- Monorrima asonante.
- Fórmulas fijas.
INTENCIÓN:
- Deleitar.
- Informar.
- Transmitir y enaltecer valores.
UN EJEMPLO:
- El Cantar del Mío Cid.