Definición
La literatura popular se abre camino, sin embargo, más allá de los cantares de gesta, o quizá gracias a ellos. En el siglo XV se empieza hablar de un tipo de composición denominada romance para hacer referencia a poemas épicos narrativos, creados también para ser cantados o contados. Estos constan de un número indefinido de versos octosílabos, aunque generalmente no se trata de piezas muy extensas. En este caso, la rima es asonante y solo se da en los pares, ya que los impares tienen rima libre.
En lo que respecta a los temas que tratan, estos son muy variados: amorosos o caballerescos, noticieros, épicos o de materia antigua.
A la hora de hablar de romances, debemos distinguir entre los viejos y los nuevos. Los explicamos en las siguientes pestañas.
Los romances viejos
Según la creencia más extendida, los romances surgieron a partir de los cantares de gesta. Dado que estos eran muy largos y los espectadores no podían memorizarlos de forma completa, guardaban en su memoria aquellos fragmentos más pegadizos o con una acción más interesante y eran esos fragmentos los que, como si fuese el estribillo de una canción pegadiza, cantaban y transmitían de unos a otros. Finalmente esas partes se convertían en obras independientes y cobraban entidad propia, convirtiéndose en romances.
Este hecho explica que los romances estén compuestos por versos octosílabos con rima en los pares, ya que entendemos que la cesura se transcribió como un cambio de verso: lo que antes eran 16 sílabas, ahora eran 8; y lo que fueron versos con monorrima, ahora era rima en los versos pares. El siguiente vídeo explica cómo se produciría la fragmentación de un cantar de gesta:
Eso sí, aunque su origen se pudo gestar a partir del cantar de gesta, los juglares se dieron cuenta pronto del éxito que tenían este tipo de composiciones, así que empezaron a componerlas ellos mismos. De este modo, el romance pasó de ser la parte de un todo a ser creado ex profeso para deleitar al público con esas formas que tanto gustaban y que ahora eran un poco más extensas y de temática más amplia.
En cualquier caso, era tal la popularidad de estos textos narrativos, entre las gentes del pueblo y las personalidades cultas, que finalmente acabaron siendo escritos y recopilados. Guardamos romances viejos de los siglos XV y XVI porque se recopilaron en cancioneros (Cancionero de Romances, 1547) y romanceros (Romancero General, 1600) gracias a lo que han llegado hasta nosotros, no sin antes pasar por muchas otras épocas e inspirar a muchos escritores que contribuyeron a continuar con esta tradición. Por supuesto, los avances tecnológicos tuvieron algo que ver con su éxito; la imprenta facilitó la propagación de estas piezas a lo largo y ancho del país.
Uno de los romances más populares, no solo en España sino allende los mares, es el del Conde Olinos, en el vídeo que sigue aparece narrado e ilustrado:
Los romances nuevos
Fue un poco más tarde cuando estas narraciones en verso empezaron a ser creadas por las manos de los autores cultos, quienes ampliaron los temas y los renovaron y, por supuesto aportaron nuevas formas y recursos literarios más elaborados. Así, en los siglos XVI y XVII poetas como Cervantes, Lope de Vega, Quevedo o Góngora comenzaron a enriquecer lo que había empezado por ser una tradición popular. Más adelante fueron autores como Unamuno, Machado, o Federico García Lorca.
Dado su marcado carácter oral y musical (no olvidemos que muchos de ellos se escribían acompañados de partituras), no es extraño que incluso en la actualidad muchos de ellos hayan sido versionados por grupos de música de todos los estilos. En los vídeos siguientes se muestran dos versiones de uno de los romances nuevos más conocidos y celebrados de nuestra literatura, Ciudad de los gitanos, de Federico García Lorca. En el primer vídeo es el grupo Marea quien lo canta al son de música rock; en el segundo es la agrupación de música infantil Billy Boom Band quien lo hace: