¿Os habéis preguntado cuándo fue la primera vez que alguien os contó una historia? Probablemente quien lo hizo fue alguien muy cercano a vosotros, es más, seguramente esa persona no estaba leyendo ese relato de ningún libro, sino que os estaba durmiendo transmitiéndoos un cuento que había escuchado de sus padres, o quizá de sus abuelos, que había ido de boca en boca, de generación en generación.
La narración de historias se encuentra hondamente anclada en la tradición de nuestros ancestros, contamos historias desde siempre. Al principio estas narraciones solo podían ser orales, hasta que el ser humano convirtió los sonidos en grafías y toda esa cultura popular oral encontró un salvavidas que le permitió perdurar a lo largo de los siglos.
De hecho, conocemos muchas de las primeras narraciones orales en nuestra lengua gracias a esa tabla de salvación que supuso la escritura. ¿Cómo hubiésemos conocido si no los cantares de gesta y los romances? En los siguientes epígrafes nos adentraremos en los subgéneros narrativos en verso, que nacen en la oralidad y permanecen en la escritura y que, como veremos, mezclan las propiedades de la narración con algunos recursos que consideramos más propios de otros géneros, como la lírica o el teatro.