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Vivimos las aventuras

VídeoQuijote: don Quijote como un cuento

com/watch?v=AKPa9QpNR9c

Lecturas Quijotescas: molinos y ovejas

Duración:
1 sesión
Agrupamiento:
Individual o en equipos de aula

Esta vez leemos las dos aventuras que hemos conocido en la actividad inicial. Podemos plantearnos que todos los equipos y todos los alumnos leamos y trabajemos ambas o bien que la mitad de la clase se dedique a una y la otra mitad a la otra.

Quijote y un molino
F. Javier Pulido. Quijote y los molinos (CC BY-SA)

La aventura de los molinos

1

En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:

-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que ésta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.

 -¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.

-Aquéllos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.

-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.

-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.

Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquéllos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba diciendo en voces altas:

-Non fuyades, cobardes y viles criaturas; que un solo caballero es el que os acomete.

Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:

-Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.

Y diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.

-¡Válame Dios! -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?

-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-; que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó el aposento y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.

La aventura de las ovejas

1

En estos coloquios iban don Quijote y su escudero, cuando vio don Quijote que por el camino que iban venía hacia ellos una grande y espesa polvareda; y en viéndola, se volvió a Sancho y le dijo:

-Éste es el día ¡oh Sancho! en el cual se ha de ver el bien que me tiene guardado mi suerte; éste es el día, digo, en que se ha de mostrar, tanto como en otro alguno, el valor de mi brazo, y en el que tengo de hacer obras que queden escritas en el libro de la Fama por todos los venideros siglos. ¿Ves aquella polvareda que allí se levanta, Sancho? Pues toda es cuajada de un copiosísimo ejército que de diversas e innumerables gentes por allí viene marchando.

-A esa cuenta, dos deben de ser -dijo Sancho-; porque desta parte contraria se levanta asimesmo otra semejante polvareda.

2

Volvió a mirarlo don Quijote, y vio que así era la verdad; y, alegrándose sobremanera, pensó, sin duda alguna, que eran dos ejércitos que venían a embestirse y a encontrarse en mitad de aquella espaciosa llanura. Porque tenía a todas horas y momentos llena la fantasía de aquellas batallas, encantamentos, sucesos, desatinos, amores, desafíos, que en los libros de caballerías se cuentan, y todo cuanto hablaba, pensaba o hacía era encaminado a cosas semejantes; y la polvareda que había visto la levantaban dos grandes manadas de ovejas y carneros, que por aquel mesmo camino de dos diferentes partes venían, las cuales, con el polvo, no se echaron de ver hasta que llegaron cerca...

...

-Señor, encomiendo al diablo hombre, ni gigante, ni caballero de cuantos vuestra merced dice, que parece por todo esto; a lo menos, yo no los veo: quizá todo debe ser encantamento, como las fantasmas de anoche.

-¿Cómo dices eso? -respondió don Quijote-. ¿No oyes el relinchar de los caballos, el tocar de los clarines, el ruido de los tambores?

-No oigo otra cosa -respondió Sancho- sino muchos balidos de ovejas y carneros.

Y así era la verdad, porque ya llegaban cerca los dos rebaños.

3

-El miedo que tienes -dijo don Quijote- te hace, Sancho, que ni veas ni oigas a derechas; porque uno de los efectos del miedo es turbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son; y si es que tanto temes, retírate a una parte y déjame solo; que solo basto a dar la victoria a la parte a quien yo diere mi ayuda.

Y diciendo esto, puso las espuelas a Rocinante y, puesta la lanza en el ristre, bajó de la costezuela como un rayo...

...Esto diciendo, se entró por medio del escuadrón de las ovejas, y comenzó de alancearlas, con tanto coraje y denuedo como si de veras alanceara a sus mortales enemigos. Los pastores y ganaderos que con la manada venían dábanle voces que no hiciese aquello; pero viendo que no aprovechaban, desciñéronse las hondas y comenzaron a saludalle los oídos con piedras como el puño.

Museo: cómics

Duración:
2 sesiones
Agrupamiento:
Equipos de aula

Nuestro espacio divulgativo va a contar con unos materiales dinámicos y atractivos: cómics.

En esta parte vamos a crear cómics en los que se narren una (o las dos) aventuras que hemos leído en esta parte: la de los molinos y la del rebaño de ovejas.

  • Museo analógico: crearemos cómics en soporte papel (o cartulina) y reservaremos un espacio de lectura de cómics en nuestra aula.
  • Museo virtual: generaremos los cómics con una aplicación o herramienta web y las mostraremos de manera dinámica en la web.

Rocinante
Javi para Emtic. Rocinante (CC BY-SA)

La evaluación de esta tarea se realizará conforme a estas escalas de evaluación, por lo cual es muy importante tenerlas presente a la hora de diseñar nuestros cómics.

Reflexiones quijotescas

Acabamos esta etapa de nuestro viaje-proyecto. Antes de terminar, como buenos viajeros e investigadores, nos detenemos un momento para revisar y compartir lo que hemos aprendido.

  • Completar una entrada de nuestro "Quijotediario" siguiendo las orientaciones. Anotamos en la entrada:
    • El título de este apartado, las tareas y actividades que hemos resuelto y los problemas que hemos encontrado
    • Si nuestro Quijotediario es un blog o web: incluimos enlaces y/o imágenes de los materiales y productos que hemos creado.
  • (Opcionalmente) Crear una entrada en el blog de aula o equipo para ir contando nuestro proyecto.
  • Difundir en el centro (y en la Red) los resultados de nuestro proyecto:
    • Añadimos información a la entrada en la página del centro,
    • Continuamos con nuestro hilo de twitter y/o instagram y/o facebook con la etiqueta #Quijotediario o #Quijotediario + nombre del centro...