Retroalimentación
- Podemos empezar, por ejemplo, por evitar el "problemilla" que ha tenido Sergio; es decir, estas bibliotecas no tienen un horario establecido para consultas ni para "retirar" un libro. Solo tienes que asegurarte de disponer de una conexión a Internet y un ordenador; ni siquiera necesitas desplazarte...
- ...Además, el préstamo no tiene ahora caducidad; es decir, no tienes que devolver el libro en un período establecido, pues todos los lectores tienen acceso a ellos en el mismo tiempo y, ni aun así, se deterioran. Y, por supuesto, no ocurrirá que, justo ese libro que necesitas, no esté porque lo haya retirado alguien y tengas que esperar a que lo devuelvan.
- Oye, profe, ¿y para los invidentes?
- Pues fijaos que hay cada vez más textos en Braille que permiten su acceso también a la biblioteca. Existen programas de audio para escuchar el contenido de los libros e incluso, en algunos casos, una biblioteca de signos.
- ¡A mí se me ocurre otra ventaja, Manuel! Si estás en casita, puedes escuchar música, hablar todo lo que quieras, levantarte, tomarte un refresco... y todo eso sin que nadie te llame la atención.
- Genial, Dani. ¿Más ventajas?
- Hombre, profe, yo le veo un inconveniente. A mí es que me gusta tocar los libros e incluso olerlos. Además, prefiero llevar un libro a la playa, por ejemplo, antes que un ordenador.
- ¡Qué friki, colega! ¡Menudos rollos te montas, guapa!
- No es un rollo, Sergio. Efectivamente, una biblioteca digital no tiene por qué suponer el cierre o destrucción de las tradicionales. Y estoy también de acuerdo contigo en lo de tocar los libros, Bea. A mí también me encanta. Lo bueno es que la mayor parte de estos libros puede imprimirse.
- Pues a mí se me ocurre otra ventaja súper interesante. Cuando tenga que copiar algún fragmento, será mucho más fácil con el procesador de texto: copio y pego, y ¡listos! Y encima me evito que se me cuele alguna falta de ortografía, Manuel. Así que yo creo que nos has convencido a todos.