"Por lo tanto, si llegas a ver a alguno arrastrarse por el suelo con su vientre pegado como una serpiente, no es un hombre eso que ves, sino una planta. Si te topas con alguien esclavo de los sentidos, enceguecido por sensuales halagos, no es un hombre lo que tienes enfrente, sino una bestia. Si hay un pensador que, con recta razón, discierne todas las cosas, venéralo: es un animal celeste, no terreno.
Si, por otra parte, hay puro contemplador ignorante del cuerpo, compenetrado totalmente en las honduras de la mente, ese no es un animal terreno ni tampoco por cierto celeste: ese es un espíritu más augusto; un espíritu revestido de piel humana".
Pico della Mirandola. Discurso sobre la dignidad del hombre. 1486.