"El silencio, que es el acontecimiento supremo de lo inefable, habitaba entre las ondas de un lago cercano a Madrid. Por las tardes el silencio bajaba a merendar con las carpas de la orilla, adonde acudían también los lucios para oír la muda historia que anida bajo el verdín de las piedras. Un día, sobre el soliloquio que la nada concentra, los pájaros sobrevolaron la superficie del agua dejando estelas con sus plumas. Fue entonces cuando desde algún rincón dulcísimo del fondo surgió el húmedo susurro de la palabra."
Antonio R. Polo González en Quince líneas