- ¿Cuándo nos vas a llevar, profe? ¿Y qué vamos a ir a ver?
- Tranquilo, Sergio. Hay que ver que tú con tal de no estar en clase, te apuntas a lo que sea.
- Que no, Manuel, que a mí el teatro me encanta. Vamos, que voy a ser actor... Bueno, ya veré, que a mí lo que me priva es el fútbol.
- Manuel, ¿en el siglo XVII iba gente al teatro? Qué raro, ¿no? Tú nos has comentado que la mayor parte de la población era analfabeta. ¿Les gustaba el teatro?
- Les encantaba, Bea. De hecho, era la principal forma de entretenimiento del pueblo. Tenía tanta aceptación, que se acabó convirtiendo en un auténtico negocio, que generaba beneficios. Además, se aprovechó para transmitir a través de él la ideología del poder monárquico.
- Bueno, bueno... Eso es como ahora las distintas cadenas de televisión, ¿ves cómo recordamos lo que nos explicáis? Pues yo tengo muchísima curiosidad por saber cómo eran los teatros en esta época. Me imagino a las mujeres con esos vestidos tan rimbombantes que llevaban, anda que no ocuparían espacio. Necesitarían dos sillas, profe, ja, ja, ja.
- A ver, a ver, antes de que empecéis a desvariar, vamos a centrarnos un poquito en el asunto. Las obras se representaban en los llamados corrales de comedia.