Actividad de Lectura
¿Os acordáis del procedimiento que hemos visto para la elaboración de nuestras normas de convivencia? No creáis que es una cosa nueva. Durante la historia de la humanidad, el debate ha sido tan importante que fue considerado un género literario. Y en el origen de nuestra literatura encontramos algunos ejemplos como este. Se trata de la Disputa del alma y el cuerpo, al parecer del último tercio del siglo XII. He actualizado el fragmento que se conserva para que lo leáis bien, pero quien quiera puede ver el texto original de la Disputa del alma y el cuerpo.
Si queréis oír lo que os quiero decir, os diré lo que vi, lo que sucedió allí. Un sábado anocheciendo, domingo amaneciendo, vi una gran visión en mi lecho durmiendo: como debajo de una sábana nueva yacía un cuerpo de un hombre muerto; el alma está fuera y fuertemente se lamenta, el alma ha salido, desnuda, no ataviada, y como si fuera un niño muestra un gran desconsuelo tal desconsuelo tiene, al cuerpo maldice, tiene tal desconsuelo, maldice al cuerpo; al cuerpo dijo el alma: de ti llevo mala fama, todo siempre maldeciré, pues por ti penaré, que nunca hiciste cosa, que pareciera hermosa, ni de noche ni de día, de lo que yo quería; nunca fuiste al altar, para allí buena ofrenda dar, ni diezmo ni primicia, ni buena penitencia; ni hiciste oración nunca de corazón, cuando ibas a la iglesia te acercabas a los corrillos, |
allí hiciste tus arreglos y todos tus apaños; apóstol ni mártir, nunca quisiste servir, juro por tu cabeza que no guardaste fiesta, nunca de ningún santo no guardaste su celebración, no te darán los santos más ayuda que a una bestia muda; ¡mezquino, malhadado, en mala hora naciste! ¡que fuiste tú tan rico y ahora eres mezquino! dime ¿dónde están tus dineros que tú acopiaste bajo la estera? ¿dónde los maravedíes, azeries y malequies que solías manejar y a menudo contar? ¿dónde están los palafrenes que los condes y los reyes te solían dar por a ellos linsonjear? ¿los caballos veloces, las espuelas relucientes, las mulas de buena planta, severas y esforzadas, los frenos ensortijados, los pretiles dorados, las copas de oro fino con las que bebías tu vino? ¿dónde están las galas? ¿dónde tus adornos que tú solías vestir y lucir? |