Efectivamente, son dos personas las que parecen mantener la discusión y una tercera actúa de moderador.

Aunque, en apariencia, los interlocutores utilizan una lengua muy técnica, imitando un discurso científico ("menotistas", "la división de la gente que se alinea con las teorías"...), la verdad es que el registro lingüístico cae en lo popular y coloquial, cercano, a veces, a lo vulgar, con el empleo de expresiones hechas o mal pronunciadas ("no te vengas arriba", "va a ir a más", "todos dijimos lo que dijimos", "panda de macarras", "patá en el esternón"...).

Como puedes ver, aunque el moderador hable al final del debate, los interlocutores no han seguido las pautas del mismo: no han expuesto debidamente sus opiniones, sus argumentaciones no tienen peso y, además, no quieren llegar a una conclusión final, sino que queda abierto para que el receptor del mismo pueda seguir opinando. Por lo tanto, no todo lo que llamamos debate se puede entender como tal. El fragmento correspondería mejor a una tertulia, una conversación o una charla.