La cultura egipcia siempre me ha maravillado. Los magníficos templos que construían, cómo eran capaces de sacar provecho de la riqueza que les proporcionaban los terrenos aledaños al río Nilo, su organización, etc. Tanto me gusta esta cultura que acabé estudiando su escritura. ¿La conoces? Todo lo escribían utilizando jeroglíficos.
Los jerogíficos durante siglos resultaron muy complicados de traducir hasta que se encontró lo que podríamos denominar el diccionario de jeroglíficos. No es un diccionario propiamente dicho, sino que es una piedra en la que aparece un extenso texto escrito en legua jeroglífica y en latín. Lo cierto es que, a pesar de haber podido encontrar el significado de estos jeroglíficos, nunca llegaremos a conocer el sonido que tenían al pronunciarlos ya que esta lengua muerta no ha llegado hasta nuestros días.
La piedra a partir de la que se consiguió traducir el lenguaje jeroglífico se llama la Piedra Rosetta.
Con tanta emoción se me ha olvidado presentarme. Mi nombre es Dorotea Tetraduzco y espero que la cultura egipcia te apasione tanto como a mi.
Mis estudios jeroglíficos junto a mis estudios científicos me han llevado a trabajar en la actualidad en una empresa que se dedica a la encriptación de códigos para que sean utilizados posteriormente. ¿Dónde se utilizan? Pues muy sencillo, en tarjetas de crédito, en teléfonos móviles, en códigos de desactivación de alarmas... Muchos de los utensilios que nos rodean van dotados de este tipo de códigos que deben ser secretos para evitar robos y sorpresas inesperadas.
Antes de comenzar con este tipo de códigos numéricos también me dediqué a la codificación de mensajes escritos. ¿Para qué sirve esto? Pues para enviar mensajes de un lugar a otro sin temor a que terceras personas puedan enterarse del contenido del mismo. Se creaba un lenguaje artificial para elaborar el mensaje de forma que si la persona que lo leía no disponía del traductor (algo parecido a la piedra Rosetta), no era capaz de conocer su contenido.
En matemáticas sucede algo parecido, pero con una diferencia, el lenguaje matemático es universal.
Bueno, voy a seguir con mi trabajo. ¡Hasta luego!